Colonizar en el siglo XXI
Lo que siempre hemos entendido como «Colonialismo» nada tiene que ver con el ansia de ocupar todos los centros de poder de los gobiernos actuales y, en concreto, del español.
Eso se llama, en el siglo XXI, colonialismo institucional. Consiste en el ansia irreprimible, nada más llegar a la Moncloa, de poner al frente de instituciones del Estado, empresas, organismos públicos, medios de comunicación, a los amigos, afines o leales, que han perdido el puesto. a igual si el elegido sabe algo de la materia que tendrá que administrar. Lo importante es que seguirá sin rechistar las instrucciones que reciba. Lamentablemente, este abuso del poder no es exclusivo de Pedro Sánchez. Los gobiernos del PP, y en especial los de Aznar, colocaron a amigotes, compañeros de pupitre y demás adláteres.
Pero, volviendo al día de hoy, el escándalo de la última crisis en Televisión Española es una muestra de cómo el «equipo de Moncloa», o sea, Oscar López, jefe de Gabinete, María Jesús Montero, ministra, o Bolaños, ministro, presionaron a Elena Sánchez hasta forzar su cese. Como han nombrado a una militante socialista al frente del Ente público, al igual que el anterior jefe de prensa, Miguel Angel Oliver, ocupa la presidencia de la agencia EFE. Pero, posiblemente, el mayor escándalo sea la incapacidad de llegar a un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial porque el PP no quiere perder su mayoría y el PSOE quiere colocar a los suyos.
La usurpación de los cargos directivos de empresas e instituciones lleva también aparejado el riesgo de contribuir a facilitar la corrupción. Si alguien te debe el cargo es más sencillo que te elija para un contrato: lección de primero de la ESO. También hay otra faceta, no menos importante, que es la de colocar a fieles hasta la médula al frente de las organizaciones territoriales para garantizarse el control total del partido. Prueba de ello es el nombramiento de la ministra Diana Morant al frente del PSOE valenciano. ¿Y qué destino se ha buscado para Ximo Puig?, pues el de embajador de la OCDE en París. La patética conclusión es que el colonialismo institucional lo único que hace es empeorar la gestión de la administración, fomentar el despilfarro, facilitar la corrupción y pretender controlar el derecho a la información. No deberíamos consentirlo.