Diario de León

Fuera de juego
Carlos Frá

Entre la pasión y la esperanza

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La lluvia ha facilitado imágenes diferentes esta Semana Santa. Al fallar las procesiones, en La 8 han recuperado tomas de su ya dilatada historia. Se han podido ver los cambios del último cuarto de siglo. Entre otras cosas, la mayor repercusión ciudadana. Las aceras, hoy repletas para cualquier tipo de evento semanasantero, nada tienen que ver con las escenas de finales del pasado siglo. Un cambio notable. Pero otro se percibe claramente. La suspensión de procesiones exhibe papones-cofrades-nazarenos sin capillo-capirote-pucho. Es contundente el rejuvenecimiento en este movimiento, hoy multitudinario, por todos los rincones de España. Muy lejos quedan los tiempos de dudas. Incluso con un franquismo aún agonizando y una Iglesia que despreciaba el complejo e inclasificable fenómeno que envuelve unas celebraciones tan poliédricas como personas participan en ellas. En otoño, la provincia acogerá un claro ejemplo de esta buena salud cuando los jóvenes cofrades españoles se reúnan en León. Lo viven con pasión, y facilitan una esperanza de pervivencia para unas tradiciones muy arraigadas en el pueblo español, que sale cada Luna llena de primavera con tantas motivaciones como puedan imaginarse. Con el consabido fracaso del simplificador «todos son...». Quizá las incontables disputas internas sean el síntoma de esa intensidad con la que viven las cofradías.

Para la Iglesia supone un reto. Ha permanecido demasiado tiempo dando la espalda al movimiento religioso más masivo del año. No sería mala idea verlo como lo hizo, al llegar a Sevilla, monseñor Carlos Amigo, ese fraile franciscano nacido en la villa semanasantera de Medina de Rioseco. Aún se le añora porque tuvo clara su hoja de ruta con lo más sagrado de la capital andaluza: sin prejuzgar... conocer, amar y reconducir.

En estos días también se entrecruzan la pasión y la esperanza en ese mundo igualmente masivo y singular del fútbol. El racismo no llega ahora. Los insultos son viejos, como también lo son los odiadores profesionales en cualquier ámbito. El deporte, como suele ocurrir, es un buen escaparate de la sociedad. En el espacio más doméstico no falta pasión, pero la esperanza se diluye. En la Cultural hay temor al Vía Crucis tantas veces visto. Y en la Deportiva llueve mucho más duro, al perder el paso para encoger objetivos. El cambio en el banquillo tornó en derrotas lo que eran empates. ¡Qué cruz!

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