Y ahora, tu paz
Carta te escribo, querido amigo, debiéndotela ya hace días por haberte ido sin poder despedirme de ti en el modo que me hubiera gustado y debido y con el abrazo sincero que se debe al cariño y sinceridad que siempre tuve de ti, de tu palabra y comprensión, aun rolando en mares diferentes que al final acaban siendo el mismo mar, la misma vida, esta misma ciudad, esta profesión, esta misma prensa y comunicación, las mismas querencias, guerras o sueños... y ese mundo mejor que perseguimos habitado por gente que no dé patadas a la razón y al corazón, mundo que aquí sigue y que, no es por consolarte al dejarlo atrás, tan inquietante horizonte amaga en líos nacionales y guerras cercanas, (¡de lo que te has librado!), de modo que también te supondría yéndote con la última frase de nuestro entrañable Faustino Álvarez a los suyos al morir: os acompaño en el sentimiento. Esa realidad que tanto te atribulaba y hasta enfurecía no merecías que se te alargase, aunque en ella sigue latiendo emocionado tu recuerdo y el sentir de los tuyos: Toya, Pablo y Noëlise, Fernando, Vicky y esos adorables nietos Natham y Naomi haciéndose corazón de León en su Francia. Por todos ellos vuelves ahora a la sonrisa y al orgullo. Míralos. Y repasa también tu vida larga, llena de trabajo y logros, ¡fuera penas!, hecho a ti mismo en el afán con que sale uno de la casa paterna con tantos hermanos ideando horizontes. Y ahí tú, en el mundo de la prensa, la publicidad, la radio o lo comercial o tu papel fundando La Crónica de León que, pese a tumbos, ahí sigue; o tanto artista y comunicador como albergaste en tu agencia «Alarde», así que ten por seguro que tu nombre, Felipe Santos Pastrana, seguirá rebotando en ecos y nostalgias mucho, mucho tiempo. Dejaste huella con tu tesón y tu carácter, con tu látigo a los tontos, logreros y corruptos, con tus ideas incombustibles ante políticos oportunistas de credo pocho, con tu memoria veraz de lo que ha sido esta tierra cazurrona y acazurrada. En fin, aquí estás, en la memoria guardada, viviendo. Y ahora, tu paz. Hasta siempre, compañero, amigo.