Diario de León

La liebre Álvaro Caballero

El chiste del Mono

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El pelotón de lapidación apuntó una nueva muesca esta semana en el paredón de las purgas públicas. Para conjurar la gravedad de un chiste la policía de la moral lanzó una opa hostil que acabó con el despido de Germán Burgos por parte de Movistar. En la calentamiento del partido entre el PSG y el Barça, uno de los comentaristas alabó la habilidad de Lamine Yamal para hacer malabares con la pelota. «Ojo, que si no le va bien termine en un semáforo», soltó el exportero al que apodan el Mono y motejaron durante años de sudaca desde las gradas de centenares de estadios, donde una tarde le llegaron a tirar una botella llena de orines desde el fondo para distraerlo. Podría haber dicho que acabaría en el Circo del Sol, opinan los que ven clasismo; no se lo hubiera dicho si no fuera negro, atacan quienes cargan de racismo el comentario de un boludo al que echaron del Vaticano porque, en una visita oficial, al ver a la guardia suiza al lado del Papa, hizo una gracia sobre que Juan Pablo II jugaba «con dos comodines». Hace años le contó a Pedro Simón, en El Mundo, que cuando le detectaron el cáncer de riñón llamó al también exportero del Atlético de Madrid Molina, que tenía un tumor en el testículo. «Mirá, José, esto es como te cuento: el Barbas está buscando portero y yo no voy», bromeó. Ese es el tipo al que han despedido por un chiste, malo, incluso tonto. Un tipo que se ríe de sí mismo hasta cuando viene la muerte a picarle boleto.

El tributo del Mono entregado por Movistar alimenta la hoguera pública, atizada primero por el Barça y secundada por las recuas de ofendidos a los que se ha dado carta de inquisición. Las redes reclaman el escarnio con la amenaza de boicotear a quien no se someta a su catecismo moral. Desde el anonimato de la turba, del cobarde de baja intensidad que se halla protegido en la mediocridad de la masa, se adopta la visión de quien no ve más allá de sus prejuicios. La fuerza de la amenaza emboscada da igual para boicotear una televisión que para amedrentar a los hosteleros que pretendían montar tasca en ese engendro de la fiesta de Villalar que se inventa la Junta para tomar León el día 23 de abril. Nadie debe intimidarles como si estuvieran en la Cataluña de los lazos amarillos o en el País Vasco de las herriko tabernas con hucha en la barra para los presos. ¿De verdad? Me gustaban más los chistes cuando venían sin contraindicaciones.

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