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El mirador
Fermín Bocos

Cierto aire de impostura

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En política casi todo está inventado. Cuando en casa las cosas pintan mal a quien gobierna y se siente acorralado, descubre que puede tirar de agenda internacional. En eso estamos. Apurando una agenda de encuentros internacionales -idas y venidas de Falcon- para decirles a los líderes europeos que no tienen inconveniente en reconocer a un Estado palestino pero quieren elegir el momento y el contexto que deben hacerlo ya, en medio de una guerra en Gaza —provocada como respuesta a los atentados de Hamas del pasado siete de octubre— y en un contexto en el que se ha elevado la tensión en la región tras el ataque de Irán contra Israel como respuesta al bombardeo que sufrió el consulado de Teherán en Damasco.

Por no hablar de las dificultades previas que aún sin guerra hubiera supuesto decidir a quién habría que elegir como destinatario de ese reconocimiento como futuro Estado sí a la Autoridad Nacional Palestina que gobierna en Cisjordania o a Hamas organización señalada como terrorista que desde hace años controla políticamente la franja de Gaza, el territorio palestino más poblado.

La solución de los dos Estados, por paradójico que pueda parecer, no desata entusiasmo entre todos los países árabes. Siempre han mostrado reticencias. En plena escalada de los bombardeos israelíes que provocaron miles de refugiados hacia el sur, hacia la zona de Rafah, Egipto se negaba a abrir la frontera para acogerlos.

El problema es poliédrico. Israel es un pueblo que tiene mucha Historia y poco territorio y sus vecinos nunca han puesto fácil su existencia provocando, a su vez, respuestas a veces desproporcionadas. Cinco guerras en 80 años —si contamos la del Líbano y la crisis del Canal de Suez— y una sexta que parece estar llamando a las puertas. Por todo esto y más suena a improvisación, incluso a impostura o frivolidad, la agenda improvisada por Pedro Sánchez para presentarse como interlocutor en un conflicto que le queda ancho. Impostura o cortina de humo para —en vísperas de tres elecciones— intentar tapar la impopularidad generada por los escándalos locales.