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AL TRASLUZ
Eduardo Aguirre

Zafarrancho en el cielo

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Adiós, Juárez. Cuando un compañero fallecía le dedicabas una viñeta en el periódico, en la que era recibido en el cielo. Nos dejas tristes, pero escribiré acerca del zafarrancho celestial que ya habrá allá arriba con tu llegada. Seguro que junto a la Virgen del Camino salieron a recibirte Ibáñez y Vázquez… y tu gran amigo Lolo, quien ya se habrá movido para que compartáis nube. Se habla mucho —con razón— de los escritores leoneses, pero no tanto de nuestros ilustradores y los hay entre los mejores. Qué gran dibujante humorístico fuiste. De trazo limpio, como tu corazón. ¿Te acuerdas cuando me ilustraste Gula de goles ? Una pequeña explicación te bastaba para meter el tuyo. Tenías el don de la difícil facilidad; lograbas que todo pareciese que te había salido sin esfuerzo, pues gracia innata tenías, pero era también el resultado de tu mucho oficio y del darle vueltas. El humor necesita inspiración, más arduo trabajo de mesa. Y tenías a Susana, cuya opinión era la más importante para ti. Estuve en el tanatorio, me encantó ver sobre tu féretro la caja de colores que empleabas. Si hubieses nacido antes, a ti qué más te daba, te hubiese fichado Bruguera y te habrías codeado con quienes eran tus iguales. Tenías vis cómica, no solo para el dibujo y para el gag: era verte y sonreír. Transmitías alegría.

Qué misterio es el buen humor, ni tan siquiera conlleva carecer de preocupaciones o de penas. Juárez tenía luz propia, la más difícil: luz de bondad. Por ello, no todos quienes se consideran humoristas lo son. ¿Por qué Cervantes, maestro universal del género, se despidió del valle de lágrimas con un gag?: «¡Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!».

Juárez iluminaba el periódico con su crítica inocente. Cuántas sonrisas le quedaban aún por dibujarnos en el rostro. Casi siempre es demasiado pronto. Era el compañero de pupitre que uno hubiese soñado. Pero ¿quién teniéndole al lado hubiera atendido a los quebrados? Sí, qué felices han de estar los del cielo, con su llegada. Como si lo viese: «Juárez, el Jefazo cumple eternidad, ¿puedes hacerle una caricatura de las tuyas?». Y él: «Sí, ¿qué le gusta?».

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