TRIBUNA
Apasionante
Efectivamente, estamos viviendo una época apasionante. España está atravesando una de las peores tormentas políticas que recuerdan los más viejos del lugar. Y, como ocurre con las tormentas, a veces, se presentan de improviso. Este es el caso.
Prueba de lo que digo se sustenta en la salida de Ábalos del PSOE, el escándalo de la compra de mascarillas controlada por el fiel servidor Koldo García, el protagonismo de Francina Armengol, nada menos que tercera autoridad del Estado y el ex presidente de Canarias y actual ministro, Ángel Víctor Torres, forman parte de esta tormenta y, por supuesto el silencio delator del mentiroso y osado Pedro Sánchez, curiosamente fuera de España, cuando ocurren estos episodios que le atañan muy directamente. Como ahora.
Pocas veces, por no decir ninguna, hemos visto el aspecto actual de la cara del presidente que más parece el de una momia petrificada que la de un ser humano. Señal inequívoca de que, esta vez, la preocupación va en serio. Él, en todo caso, pendiente de la firma de la amnistía, que tiene que solucionarse esta semana, más que de cualquier otra cosa. Pero el grano que supone la salida de Ábalos del PSOE va a tener mucha tinta que gastar.
En la despedida de Ábalos ante los medios de comunicación, él mismo se encargó de dejar muy clarito que ante el reconocimiento de que recibirá muchas preguntas, dijo alto y muy claro que él también tiene muchas repuestas que dar y que lo irá haciendo todo a su debido tiempo. (Sánchez, ponte a temblar). Y lo hará.
Ahora se trata de conocer cuál será la estrategia de Sánchez para responder a todo eso. Y lo hará siempre después de solucionar el tema de la amnistía. Esta tormenta está poniendo a prueba de forma exigente la famosa resistencia de Sánchez.
Nada será igual ya, después de haberse sacado a la luz el caso Ábalos, Koldo, Armengol, Ángel Víctor Torres o Marlaska. Da igual. Eso que se sepa porque, con seguridad, irán surgiendo otros muchos episodios quien sabe si más importantes aún.
Una cosa es la ambición política, muy respetable ella, y otra muy distinta es el canibalismo político. Y resulta que nuestro presidente mentiroso padece de canibalismo político. No le importa comerse lo que haga falta con tal de no perder el poder. Como mencionaba en un reciente artículo, Joaquín Manso, director de El Mundo , «estremece imaginarse la magnitud de lo que quede por descubrir, me impresiona tanto descaro».
Y, mientras tanto el prófugo cobarde Puigdemont y su banda inasequible al desaliento y sintiéndose con el mango de la sartén, siguiendo en la lucha por resolver su tema vital.
La última ha sido el debate en las cámaras sobre la aceptación de la amnistía. A estas alturas ya se han encargado el prófugo y su banda en avisar que ellos volverán a hacer de nuevo lo que hicieron antaño. Quieren la independencia de Cataluña, por las buenas o por las malas. Las cosas claras para que no haya dudas de ningún tipo. Con lo cual ya sabemos el nivel de concesiones que hará el presidente Sánchez para no salir de la Moncloa; todas las que le pidan.
¿Será posible que esto pueda suceder? Si alguien o algo no lo remedia, hay que dar por seguro que esto sucederá. Lo que ocurra a continuación no hay quien lo sepa.
Y mientras tanto los pobres e importantísimos agricultores con sus tractores, recordando a todos que con las cosas de comer no se juega. Y por ahora no les hacen ni caso.
No me digan ustedes que esto no es ¡apasionante!