Asaltantes de teléfonos privados
Me consta que un montón de empresas, con acceso a listas de teléfonos donde figura la titularidad de los usuarios, comercia con esos datos. Sucede lo mismo con el correo electrónico. Por eso, en cualquier actividad por internet, te exigen el email: para venderlos a terceros. Creo que desde el verano de 2022 está prohibida la publicidad por teléfono. Sin embargo, cada día, recibo un par de llamadas o tres, donde preguntan por mi nombre y, a continuación, se identifican ellos: «Soy Fulana/o de Tal, y le llamo de parte de «Asaltantes de Teléfonos Privados S.A.» para informarle de que está pagando mucho de gas...», o de electricidad, o de lo que sea, y la empresa «Asaltantes de Teléfonos Privados S.A», sintiendo lástima de nuestra ignorancia y candidez, está dispuesta a proporcionarnos una alternativa con la que ahorraremos una cantidad de dinero considerable.
Mis amigos y yo, incluso en los casos de mayor confianza, cuando nos comunicamos en horario laboral, solemos enviar un whatsapp para preguntar, previamente, si es buen momento para hablar. Los pobres empleados de Asaltantes de Teléfonos Privados S.A. no. Te pueden llamar incluso cuando una gastroenteritis te ha enviado al lugar más privado de la casa o de la empresa.
Se trata de un abuso incomprensible, desquiciante, pesado, que —al menos a mí— me provoca un rechazo a la empresa y sus productos, pero les debe ser rentable, porque se saltan la Ley, al parecer sin ninguna consecuencia.
Lo más sofisticado, lo que te deja impotente, es que, algunas veces, ni siquiera hay un ser humano el que habla, sino una grabación que te suelta el rollo, con ese desparpajo que tienen los autómatas.
¿Nadie va a hacer algo para que se cumplan las leyes? Porque si una norma no se cumple, sobran las normas... y los gobiernos que presumen de lo mucho que se ocupan y preocupan para que seamos felices.