Diario de León

Aquí y ahora
Antonio Casado

Nacionalismo e independentismo

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Resulta tentador especular con una marcha imparable de Euskadi hacia la independencia a partir del desenlace electoral del 21 de abril. Pero es un mensaje averiado.

Tenemos el Parlamento vasco más nacionalista de la historia. Más de dos tercios de la Cámara en manos de los dos grandes partidos nacionalistas: PNV o Bildu, el clásico y el sobrevenido, los nacionalistas de siempre y los nacionalistas de nuevo cuño. Pero nunca estuvo el País Vasco tan lejos de iniciar el camino hacia ninguna parte. Y por eso creo que la mejor síntesis mediática de lo ocurrido en las elecciones del domingo pasado la ha hecho «El Correo» con el siguiente titular: «El Parlamento más nacionalista en la Euskadi menos independentista».

No hay razón para el alarmismo latente en los análisis más cercanos a la derecha. Y no porque sea un pálpito o un interesado proceso de intenciones, sino por un conjunto de razones objetivas que conspiran para llegar a la conclusión de que ninguna fuerza política, ni quisiera Bildu, está por subordinar su estrategia política a los apremios soberanistas.

A saber:

1) Los vascos no están por la labor. Los más recientes sondeos dicen que solo el 22 % de la población quiere la independencia. Según el Sociometro del nada sospechoso gobierno de Urkullu (ahora en funciones), el porcentaje de ciudadanos que se sienten «solo vascos y nada españoles» (uno de los epígrafes del sondeo) está en mínimos históricos.

2) Por formación, carácter y convicción, Imanol Pradales, el lehendakari que viene, es incompatible con Bildu y complementario con los socialistas (la historia lo respalda). Y no presenta el menor atisbo de radicalismo separatista, más allá de remitirse a la «paciencia histórica» y manejar el estatutario concepto de «autogobierno».

3) La radicalidad es cosa de Bildu, con sus gritos de «¡independentzia! ¡independentzia!» durante la noche electoral, no durante la campaña. Además, es bien sabido que el salto de esta formación abertzale en la aritmética de las urnas se debe a la espantada de votantes que vienen de la «izquierda de la izquierda». Básicamente, por el hundimiento de Podemos y la incapacidad de Sumar para conservar esa franja. De los 72.113 votos que Podemos obtuvo hace 4 años, solo 35.092 (solo dieron para un escaño) se han ido a la marca nacional de Yolanda Díaz.

4) Que no hay masa crítica para embarcarse en una aventura secesionista a la catalana lo sabe Bildu y lo sabe el PNV. Por eso durante la campaña han centrado sus mensajes en la mejora de los servicios públicos y no en utópicas fronteras soberanistas que no se echan de menos en la comunidad autónoma con mayor calidad de vida de las diecisiete que componen el mosaico territorial y administrativo del Reino de España.

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