Cervantes
No viene mal recordar que el día del libro que acabamos de celebrar es también el día en que se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes, del que se supone que dijo adiós a este mundo un 22 de abril de 1616, a la edad de 68 años. Aunque no es segura la fecha exacta. No vivió muchos años. No sabemos mucho de él. Ni siquiera tenemos la certeza de que el rostro del cuadro de Juan de Jáuregui del año 1600 sea el de Cervantes. Ese cuadro fue descubierto en 1910 y hay quienes dicen que sí que es Cervantes y quienes dicen que no. Un escritor sin rostro resulta más misterioso, más profundo. Fuera de España, en cualquier país que estés, en Oriente o en Occidente, en el norte o en el sur, todo el mundo conoce a Don Quijote de la Mancha. Podríamos decir que Cervantes escribió el libro más importante del mundo.
Mucha gente, a lo largo de la historia, decidió aprender español para poder leer el ‘Quijote’ en su lengua original. Cervantes es un triunfo de la literatura escrita en español, un triunfo inagotable. Ningún escritor ni ningún lector de cualquier parte del globo terráqueo que se precie ha dejado ni dejará de leer a Cervantes. Por eso celebramos el día del libro, por Cervantes. Hay otra cosa maravillosa en Cervantes, que me gusta particularmente. Cervantes, como Francisco de Goya, como Federico García Lorca y como Luis Buñuel, no dependen de España. Existen en la conciencia universal. Picasso fue tal vez más francés que español. Pero Cervantes como los antes citados fue español. Otra cosa fascinante de Cervantes es que da absolutamente lo mismo que en España lo lean los españoles y españolas o no lo lean. No es un problema de Cervantes. No le debe nada a nadie. Está más allá de nosotros. Es el escritor español que no le debe nada a España. Había un chiste literario que oí hace tiempo que decía que si Cervantes estuviera hoy vivo el Premio Cervantes se lo darían a Lope de Vega.
El éxito de Cervantes es su universalidad. El ‘Quijote’ es el libro, junto con la Biblia, más traducido del mundo. A Cervantes le da igual que en España lo lean o no lo lean. Está libre de nosotros. Al aragonés Luis Buñuel le pasa lo mismo. Da igual que pongan o no pongan sus películas en la televisión española o no lo estudien en las escuelas. Ahora mismo en cualquier lugar remoto del mundo, en una lengua lejana y desconocida, alguien está leyendo a Cervantes. Alguien que no sabría situar a España en el mapa. Un hombre sin rostro nos dio rostro a todos los que vivimos en este país.