A tiro limpio
Mecagüen to lo que se menea ahí, clamó Peláez apuntando a su tablet, mueves prensa o lees algo y te ponen piedras en el andar, ¡venga anuncios, recuadros, órdenes, pantallazos!, publicidad que va calando a martillazos. En su esquinita tienen una x que, pinchándola, desaparece el incordio, pero ese esfuerzo apenas se lo toma el lector con prisa o resignado al imperio de la ley... negociante. Y porque de la publicidad han de vivir los medios si de verdad creemos en la libertad de prensa (ayer fue su día internacional). Pero no tanto anuncio, mi brigada, una cosa son perdigones y otra obuses... ¿conoce usted el verbo apabullar?...
Sin embargo, los hay que disfrutan matando esos anuncios y así añaden a la lectura algo parecido a un juego... y pimpán, pimpán, a tomar pol culo, despejado el panorama. Son los que de guajes ya gozaban jugando a eso de aniquilar obstáculos o gilipichis y pillar puntos o partida. Hoy apenas juegan a eso porque tienen otro juego con todo lo que hay que ver, leer... ¡y odiar!, juego de liquidar enemigos con sólo disparar el dedito en esa pizarra digital en la que también echa sus cartas, balas o baba el ignorante, el petulante o el cochino mentiroso. Es la cancha del odiador con su lista de objetivos; y si está aburrido o airado, los saca a pasear brindando como el mejicano: ¡hay motivo!, ¡copalante!... y a tiro limpio. En estas están. Su humo de pólvora nubla los ojos y la razón, que es sólo suya, las demás son despreciables y abatibles. Y hacen ahí balacera digital para que algún tarado decida usar balas de veras. Ese móvil, en fin, es arma de destrucción masiva de cuanto aborrecen o ni miran. Empezó con juegos de tetris o culebrillas y hoy es guillotina inmisericorde. Quítasela si puedes. ¿Quién podrá regular o impedir el papel de ese aparatito como vomitorio, juez despiadado o verdugo cruel?, ¿cómo podrá evitarse mañana la mentira, la propaganda chunga y la calumnia?, ¿lo hará Sánchez queriendo poner ahí cepo y «regeneración democrática»?... andallá, ese arma vino a reinar y se queda por ser democrática aunque su dueño no lo sea.