Regeneración a garrotazos
El presidente del Gobierno ha prometido regeneración democrática y muchos nos hemos puesto a temblar. No se trata de aumentar la transparencia ni los controles sobre el poder ni de proteger los derechos y las libertades de todos, sino de constreñir la libertad de información y de expresión y controlar el Poder Judicial. El presidente ha mandado a media España, la que piensa como él, contra la otra media y a toda la sociedad contra jueces y periodistas a los que ha puesto, bajo sospecha, excepción hecha de los que le jalean sin rubor alguno. El presidente ha demonizado toda política que no sea de asentimiento y ha amenazado con intervenir los medios y con el asalto a la Justicia, los únicos dos contrapesos reales a los excesos del Poder Ejecutivo, entre ellos el control absoluto del Legislativo, donde se legisla por decreto ley sin debate y sin los preceptivos informes jurídicos de los organismos competentes y donde la calidad de las leyes es muchas veces deficiente. El presidente, cada vez más débil, más amenazado por quienes le sostienen, necesita un enemigo y ha elegido a jueces y a los medios de comunicación. Provocar la furia, utilizando las emociones y la lástima es una manera de enganchar votos, no de regenerar nada.
Si el presidente quiere regeneración democrática debería empezar por respetar la acción de los jueces en la aplicación de la ley y por la rigurosa separación de poderes. El proceso tiene mecanismos suficientes para la revisión de las decisiones judiciales en distintas instancias y por jueces de diferentes ideologías.
Si el presidente del Gobierno quiere regeneración institucional debería empezar por "descolonizar" instituciones y organismos como el la Fiscalía, el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, el CIS -un ejemplo flagrante de desinformación partidista-, RTVE, la agencia EFE, el INE, Correos, Aena, Adif, Renfe, SEPE, CSIC, la CNMC, el Consejo de Transparencia, Red Eléctrica, la Agencia Española de Protección de Datos y otras empresas públicas y algunas privadas como Indra y ahora Telefónica. Hasta el Hipódromo de La Zarzuela. Si quiere regeneración debería comprometerse a que no hubiera al frente de ninguna de estas empresas o instituciones ni en ninguna dirección general de la Administración Pública personas sin la competencia ni la preparación debida, nombrados solo por su lealtad política cuando tiene, además, funcionarios públicos de acreditada preparación.
Si quiere regeneración de la función pública debería primar el mérito y la capacidad y no colocar a amiguetes y rebajar los niveles de exigencia para entrar en ella.
Si está molesto por las informaciones sobre las actuaciones de su mujer, debería dar explicaciones en una rueda de prensa abierta a todos los medios y no esconderse en una comparecencia sin periodistas y sin preguntas o acudir a medios de comunicación afines. O presentar un Estatuto de la familia del presidente y de los altos cargos donde se regulen sus actividades, como existe en otros países. Si quiere regeneración no puede caer en la farsa y utilizar en ella al Rey.
No todos los medios son puros e independientes. Los hay que viven en la desinformación permanente y de la publicidad institucional o de las subvenciones públicas. Pero a ambos lados de la ideología. Personalmente no voy a renunciar a mi libertad de expresión ni a defender la de los demás. A que cualquier profesional del periodismo, cualquier persona pueda expresarse libremente sin censuras, sin autocensura, sin sometimiento a nadie. Sólo a la ley. El periodismo tiene que estar, por principio, frente al Poder, denunciando sus excesos con rigor y con informaciones contrastadas, fiscalizando a los poderosos. Si se exceden, si nos excedemos, ahí están los tribunales. Trump dijo que la prensa era el enemigo del pueblo. Se refería, claro a la prensa que le atacaba, no a sus medios propios o afines. Si vuelve al poder, actuará contra ellos. Curiosas coincidencias.