TRIBUNA
La izquierda Burberry
E l comunismo se ha vendido y regalado muy bien, sigue y perdura, nunca se acaba. Esta realidad ha calado tan hondo en las entrañas de tanta gente que incluso son muchos los «intelectuales», de ciencias y letras, que han caído en sus redes para defenderlo y divulgarlo como si fuera un milagro divino capaz de arreglar todos los males de este mundo. Tan listos eran, y son, estos «genios del bien» que ni siquiera tuvieron capacidad para entender que eran prisioneros de una sangrienta y cruel realidad, bautizada en seco y a lo pagano, con el nombre oficial de «dictadura del proletariado» cuando en realidad era «dictadura del funcionariado», jueces, abogados, fiscales, policías, ejércitos, todos al servicio del único poder ejecutante y sometedor: el de la sangrienta y cruel dictadura, dura, dura, dura...
El terrible problema de España es que los «intelectuales» de la descolorida izquierda, que se autoproclaman progresistas, no han leído o no han querido entender el mensaje de Solzhenitsyn en su libro Archipiélago Gulag».
Tengo que decir que entre estos «intelectuales» estaba un «escritor», errado y «herrado», que, en 1976, en Cuadernos para el Diálogo, declaró: «Todo esto ¿por qué? ¿Porque ha escrito cuatro novelas (las más insípidas, las más fósiles, literariamente decadentes y pueriles de estos últimos años)? ¿Porque ha sido galardonado con el premio Nobel? ¿Porque ha sufrido en su propia carne —y buen partido ha sacado de ello— los horrores del campo de concentración? (...).Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexandr Soljenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexandr Soljenitsin no puedan salir de ellos hasta que no hayan adquirido un poco de educación.
Pero una vez cometido el error de dejarle marchar, nada más higiénico que el hecho de que las autoridades soviéticas (cuyos gustos y criterios sobre los escritores rusos subversivos comparto a menudo) busquen la manera de librarse de semejante peste».
(J.B, contra el «hombrecillo Soljenitsin»: «Lo seguro es que muchos telespectadores debieron enrojecer de vergüenza»).
Los que quieren magnificar al autor del tostón inaguantable «Volverás a R...», creo que deberían conocer estas citadas barbaridades arrojadas por la enfurecida bocaza de desaforado fanático contra el autor de Archipiélago Gulag . Evidentemente, esta violenta retahíla de coces contradice totalmente la supuesta afirmación, que se le atribuye, que dice: «El arte jamás debe participar del sustrato político porque, como tal, concluirá siendo caduco, superable».
Yo creo que es el señor J.B. el que está caduco, muy caduco a tenor de sus necias declaraciones. No se puede tolerar la forma tan sectaria, agresiva, injusta, ignorante, mal educada, nada razonable, con la que maltrató a Solzhenitsyn. Es el señor ingeniero de «caminos» el que ha demostrado estar escaso de arte y muy sobrado de sectarismo político cegato, unidireccional e intransitable. El comunismo de la URSS, con su propaganda mentirosa, ha sido capaz de seducir a muchos «inteligentes». Seguramente tenía razón Carlos Semprún Maura, hermano de Jorge, cuando manifestó: «Si la izquierda dijera la verdad, no existiría». Una izquierda que en estos lamentables últimos tiempos sigue cubriéndose de gloria sacando a relucir su arrogante infamia, su cobardía, su traición a España al conchabarse con los separatistas de extrema derecha y de extrema izquierda que no condenan el terrorismo ni se arrepienten. Ahora hasta ya se han olvidado del Sáhara.
La Historia, a veces hace justicia y pone a cada cual en su sitio: a Solzhenitsyn en la gloria y al comunista que lo insultaba en el justo olvido.
Algunos escritores de letras impuras, «iluminados» directores del Instituto Cervantes, gastaron el erario disfrutando dulce vida en las grandes ciudades del mundo, y todavía siguen sacando pecho luciendo su ceguera, su terquedad, su comunismo «burberry», ofreciendo homenajes a sus colegas pederastas.
En mi libro «Picotazos liberales» está artículo «Bendito sea el cerdo», publicado en Bierzo7 el 26 diciembre 2002. Cualquier lector medianamente inteligente y sensible, no sometido por dogmatismos, será capaz de entender y afirmar que él solito demuestra más nivel intelectual, humano, ético y democrático que la obra de algunos escritores premiados con el Cervantes, esos J.B. que no quisieron enterarse que las personas saltaban el Muro de Berlín para ser libres, y que nadie lo hizo del lado capitalista al comunista.
No debería olvidarse que el mejor escritor, Cervantes, fue un hombre honesto, cabal, religioso, cobrador de impuestos, soldado defensor de España, que murió pobre, solo, abandonado, sin premios, sin más amigos que la Orden Trinitaria, de Madrid, y nos dijo: «El hombre se esclaviza por el lujo y las vanidades. Olvida que la felicidad está en las cosas sencillas de la vida».
Yo le hago caso y me voy a la huerta a disfrutar segando hierba, mientras escucho Sola , y Deja de volverme loca , de la genial Diana Navarro que, con sus músicos y letristas, sí se merece el Cervantes.
Con toda Burbialidad.