Individuo individualísimo
Quizá fue Vela Zanetti el primero a quien escuché hablar del salmantino Federico de Onís (1885-1966); tenía, pues, referencias acerca de este historiador de la literatura, antes de ponerme a leer su libro Introducción al Quijote (Pigmalión), en el que se recoge el cursillo que impartió en la televisión puertorriqueña, en 1959; veinte clases en las que acercó a los espectadores la obra más universal de la literatura, ahora editadas —muy bien— por María Luisa Lugo y con prólogo de López Baralt, en la colección Cervantes . Sabía de don Federico que sacó plaza en 1906 en León, al cuerpo de archiveros; también, que fue discípulo directo de Unamuno y que le dirigió la tesis Méndez Pidal, sobre El dialecto leonés ; que escribió el libro Los Fueros Leoneses y que, en 1916, el presidente de la Columbia University le pidió que les creará el departamento de estudios hispánicos; que en Estados Unidos fundó el Instituto de las Españas y la Revista de Estudios Hispánicos. Su último regreso a nuestro país tuvo lugar en 1935. No volvió a visitarnos. Fue amigo de Ortega, Juan Ramón y de Machado. Y en Nueva York atendió a Lorca. Según Ayala, su aspecto le hacía parecer un «maragato» del XIX; llamaba la atención su vestimenta, el gesto recio y la firme voluntad de no parecer intelectual, aunque lo fuese y de los mejores. A veces, sus opiniones resultaban excéntricas. «Individuo individualísimo con furia diferencial» lo describe López Baralt. Días atrás, recuperé un estupendo artículo de Nicolás Miñambres, publicado en este periódico, en 1991, sobre el carteo desde León del joven Onís con Unamuno. Sí, tenía información acerca de él.
Tampoco ignoraba que ya octogenario se quitó la vida; saberlo no me hizo leer en clave distinta su cursillo acerca de la obra «síntesis de la vida humana»; pero en la última lección, la del regreso a la aldea, al explicar la melancolía del caballero andante —previa a su muerte— una proclamación de don Federico me golpeó: «Siempre que hay vida hay esperanza». Mis datos solo eran datos; no sabes nada del otro si desconoces su dolor y su dicha. Excelente libro. Recalca en sus páginas que el Quijote trata de la bondad; también sus conferencias trataban de ella. Esto sí lo sé.