Primera potencia
En la política estadounidense se están cociendo cosas importantes, como corresponde a la primera potencia mundial. El cruel asesinato del perrito Cricket a manos de la gobernadora republicana de Dakota del Sur, Kristi Noem, ha acabado de un plumazo con su prometedora carrera política (la de la gobernadora, no la del perrito).
La señora Noem, mujer de apabullante currículum —«agricultora, escritora y exparticipante en concursos de belleza», según Wikipedia—, sonaba para completar la candidatura de Trump a la Casa Blanca, pero dicen que el expresidente, abochornado, sintiendo que hay fronteras éticas que un hombre jamás debe rebasar, la ha repudiado. ¡Si al menos hubiera cazado un bisonte para asaltar otra vez el Capitolio! A partir de ahí, el debate político ha ganado en profundidad: la señora Noem ha ido dando versiones contrapuestas sobre el crimen de Cricket hasta que al final ha reconocido que en las granjas del país se matan perros y caballos con un desahogo que los pijos de Nueva York jamás comprenderán. También ha desmontado el bulo de que Cricket fuera un cachorro; al parecer, era un pointer mayorcito con malas pulgas. Sea como fuere, el asunto enciende una luz de esperanza para el futuro mundial: de pronto hemos descubierto que Trump tiene su corazoncito. Ahora solo cabe esperar que esa inesperada ternura pase de los pointers a los emigrantes.
Mientras tanto, al otro lado del río Potomac, Joe Biden prosigue su asombrosa conversión en estatua de cera y ya ha dejado de mover las cejas. Teniendo en cuenta que las elecciones son en noviembre, este verano yo solo le pondría mítines en Minnesota y a la sombra.