Una mala decisión
Cuando preguntas en qué animal le gustaría a la gente reencarnarse, no hay duda de que el águila o el caballo están entre los preferidos; alguno quizá diga elefante y hasta habrá quien se sueñe ballena ahora que no se cazan si no está cerca un japonés, noruego o islandés, que lograron seguir haciéndolo. Si me lo pregunto yo, no me verán entre animales, árbol prefiero, y si he de elegir, el tejo, mirando la vida que pasa al pie o en lontananza dos o tres milenios y huido de fuegos o hachas en alguna soledad rocosa. Me lo pide un titular de prensa: « Stéfano Mancuso: el futuro es la inteligencia vegetal ». Porque hay que ver qué listas son las plantas; ¿cómo, si no, cumplió ya 5.486 años El Gran Abuelo ?, un alerce de costa en Chile, más viejo aún que las pirámides, que también tendrán quien quiera reencarnarse en una.
Ahí está hace 600 millones de años la inteligencia vegetal; sólo gracias a ella vive lo demás. La inteligencia animal da para lo que da: la devoración. Y ahora está la inteligencia artificial, que acaba de llegar y aún no se sabe si dejará títere con cabeza. Pero Mancuso no duda: ¡inteligencia vegetal! ... Tiene que haberla. Y nos da igual. Pero todos los animales del planeta son sólo el 0,3% de la biomasa y el 87,6% es vegetal. La cosa empezó en el mar, la sopa biológica; de ahí salió la vida a tierra eligiendo ser planta sin moverse del sitio o animal corriendo para poder comer o no ser comido, mala decisión , acorta la vida, despilfarra energía. Y reinando sobre todo animal, ¡el hombre!, empeñado en destruir el planeta, razón por la que hay filósofos antinatalistas que piden la desaparición de la especie para que la vida pueda sobrevivir. La inteligencia animal es devoradora, pero la vegetal estudia el entorno, optimiza y convive. Si un aninal quiere comérsela, crea espinas o veneno; si necesita un polinizador, esculpe una abeja en su flor. Muy lista. Se comunica con otras plantas, les emite avisos. Y si oye agua cerca, dirige a ella todas sus raíces. Las plantas, en fin, sienten... ¡y razonan! ... Necesitamos aprender de ellas. ¿No es lógico, pues, querer ser tejo en otra vida?...