Seguridad y derechos humanos
Arturo Pereira
Ecosistema genocida
El ecosistema humano está lleno de sentimientos hostiles y de intenciones hostiles, al menos llegamos a esa conclusión leyendo a Clausewitz, aunque no pasemos de las primeras páginas, pues pretende ponernos en situación y explicar el porqué de la guerra. Su antecesor más famoso en estas lides de analizar la violencia organizada, de la guerra en definitiva, Sun Tzu, afirmó que: La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado ; de vida o muerte; el camino a la supervivencia o a la ruina. Debe estudiarse profundamente.
Podríamos afirmar con cierta base científica basada en la experiencia, que nuestra sociedad es, en cierta medida, un campo de batalla. No sé si hemos llegado a esta situación de forma consciente o simplemente por la incapacidad natural del ser humano de no ver lo que no quiere apreciar aunque sea evidente.
Claro que son evidentes los conflictos armados que están activos y que todos conocemos. No me refiero a ellos porque están siendo monitorizados por expertos de todo el mundo y desde todas las perspectivas e ideologías posibles, para eso están los Think Tanks especializados.
Me refiero al día a día. La historia de la humanidad, si la analizamos desde una mera perspectiva Darwinista, se reduce a una lucha por la supervivencia que simultáneamente nos permite evolucionar y adaptarnos a las nuevas condiciones ambientales. No parece que vayamos teniendo mucho éxito en esta mutación constante.
Por una parte, nos estamos cargando el sistema medioambiental y como no nos salgan rápidamente unos filtros en las narices a modo de escafrandas, lo vamos a tener un poco difícil para respirar.
Por otro lado, la tendencia a la violencia organizada es algo que ejerce sobre nosotros una atracción que no sabemos explicar. La guerra nos ha acompañado y nos acompañará, me temo, durante mucho tiempo, si antes no acaba con nosotros. Determina nuestro ecosistema vital.
Sun Tzu a diferencia de Clausewitz comienza su tratado sobre El arte de la guerra, con unas profundas consideraciones filosóficas que deben seguir las técnicas bélicas. No se queda en aspectos estratégicos o tácticos, sino que intenta explicar las consecuencias desastrosas de la guerra.
Clausewitz, era un estratega y quería sistematizar la doctrina militar pero, la mala fortuna de su muerte prematura le impidió ordenar debidamente todos los documentos que iba progresivamente escribiendo, recayendo esa labor en su viuda, hasta conseguir un corpus documental único.
Sun Tzu afirma: La excelencia suprema consiste en romper la resistencia del enemigo sin combatir. Frase realmente concisa y digna de tener en cuenta. Supone un enfrentamiento, inevitable a tenor de la realidad, y sin combatir vencemos. Creo que hay mucho aspirante actualmente para lograr este marco de excelencia.
El engaño, la mentira y la dilación son claves en esta doctrina para triunfar sobre el resto de los mortales. También lo son la relativización de los valores, la ausencia de criterios e instituciones firmes que de manera eficaz puedan hacer frente a las tentativas hostiles poniendo en peligro el ecosistema humano.
Nuestro ecosistema se ha forjado durante siglos bajo la premisa de que lo primero es el ser humano en comunión con sus semejantes. Si rompemos ese principio para dar prioridad a egoísmos, tentaciones absolutistas, nos podemos ver arrastrados a un conflicto en el que la excelencia de la no violencia sea sustituida por la ordinariez del conflicto armado.