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FERMÍN BOCOS

Cataluña no es separatista

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Hoy, Cataluña no es separatista. A la espera de ver si Salvador Illa, el candidato del PSC que obtuvo una notable victoria, puede conseguir ser elegido presidente de la Generalidad, la clave política más relevante que cabe extraer del resultado de las elecciones celebradas el domingo es que los partidos independentistas no sumaran mayoría en el futuro Parlamento.

Que los separatistas hayan menguado en apoyo popular es un dato importante en sí mismo como hecho político aunque el resultado abre algunas incógnitas al respecto de la futura gobernación de la comunidad. Para que Salvador Illa pueda formar gobierno necesitaría el apoyo de los Comunes y de ERC, la gran perdedora de los comicios. Apoyo que, de momento, está en el aire. Dicho sea al margen de las futuras componendas que puedan producirse como consecuencia de la dependencia parlamentaria que tiene Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados de los partidos separatistas

Subrayando esa circunstancia, Carles Puigdemont, pese a que Junts es la segunda fuerza política, ha hecho saber que no renuncia a formar gobierno. No pasa de ser un deseo pero la situación genera un escenario muy complicado porque el hundimiento de ERC, el partido que estaba gobernando —Pere Aragonés ha sido el gran derrotado—, fue otra de las claves a extraer de estas elecciones.

Que el partido del prófugo —que pasó estos años viviendo en un palacete en Waterloo— haya conseguido más respaldo entre los electores independentistas que ERC cuyo líder, Oriol Junqueras, arrostró cuatro años en la cárcel condenado por los mismos delitos por los que la Justicia sigue reclamando a Puigdemont, da qué pensar. Pensar acerca de lo extraño de la condición humana.

Reflexión merece también, pero en otro registro, la subida del PP que al haber multiplicado por cinco su número de escaños —pasa de tres a 15— transmite un mensaje de presencia política constitucionalista que acaba con lo que parecía una condena permanente al ostracismo en Cataluña. Las cartas están encima de la mesa pero para extraer conclusiones de orden político general habrá que esperar un mes. Hasta conocer los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo nadie anticipará su jugada.