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CORNADA DE LOBO
GARCÍA TRAPIELLO

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Que unas monjas clarisas monten un cirio y se vayan pascualmente por la tangente del redil no nos sorpende. Hay precedentes sin salirse de esa congregación secular al recordarse ahora el episodio de aquellas clarisas que en 1710, en Pontevedra, se sublevaron contra los franciscanos, sus hermanos de regla, que asistían a su comunidad asaltándoles despensa, bodega y algo más. Rompieron el voto de clausura y 18 de 23 salieron del convento para irse pitipiti a Compostela y cantarle allí las cuarenta al su eminencia el arzobispo. Ganaron. Aquello fue, después de todo, drama doméstico, pero lo que plantean ahora las clarisas de Belorado es un órdago secesionista a la doctrina y a la autoridad. Ahí las tienes, báilalás, báilalás, no les quites el mandil, el mandil (mandil que no apean por ser confiteras de primor)... ni le quites la desmesurada mitra al ceremonioso obispo excomulgado que las inspira y las abduce rezándole a Franco como a san Cucufato del Amor Picudo.

Otra reciente secesión sonada, aunque dentro del oden y bendición vaticana, la plantearon unas jóvenes clarisas de Lerma capitaneadas por la sobrina del obispo Berzosa y con el placet del cardenal Rouco. Acabaron mandando a las monjas viejas a otro convento y ellas se refundaron en una orden nueva que llamaron Iesu Conmmunio inventándose nuevo hábito y pañoleta con tela vaquera, ¡alegría!, y dedicándose también a la repostería, postales, música, discos y hospedería espiritual. Son mayormente universitarias, de Valladolid las más. Y un franciscano italiano es quien les menea la fe y la ilusión.

También en este León hay clarisas en convento dentro de los Cubos al final de Cardenal Landázuri. Amén de labores costureras, vino siendo su oficio la imprenta y encuadernación, pero su popularidad, como la de las clarisas de todo el orbe, vino porque a ellas se acude para intentar garantizar buen tiempo en bodas o fiestas si se les lleva una docena de huevos, docena que en estos casos tenía que ser de trece (bendita rareza: ¡es que uno es para el capellán!... matemáticas de Dios).

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