Diario de León

JOSÉ MARÍA PRIETO SERRA
ESCRITOR

¿Progresismo?

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Tenemos que dar gracias a quien corresponda por el idioma tan rico que tenemos. Mas de 600 millones de seres humanos hablan nuestro idioma. Hablan español. Se dice pronto pero sólo otro idioma, en todo el mundo, es hablado por más personas; el inglés. Descarto conscientemente el chino, el hindú y quizá el ruso, debido a la cantidad inmensa de dialectos dentro de cada uno de ellos. Ello, supone una dificultad notable para formar parte del ranking que intenta establecer cuantos hablan qué idioma concreto.

Dentro de este idioma nuestro contamos con una palabra que, en los últimos tiempos, se ha puesto de moda partiendo de la clase política. Concreto más. De la clase política identificada con la izquierda de nuestro país. Se trata de la palabra ‘progresismo’.

De un tiempo a esta parte, se tiene la sensación de que, o eres progresista, o no vales un pimiento. Todo esto nos lo dicen, lo proclaman, con cierta ironía despectiva. Todo lo moderno, lo bueno, lo cabal, lo inteligente, lo vanguardista, es ‘progresista’. El resto es malo, cuando no fascista. Y así vamos tirano.

Recuerdo que, cuando estudiábamos el antiguo bachillerato, en las clases de filosofía se nos enseñaba que la palabra ‘casualidad’ era una palabra hueca inventada por los hombres para salir del paso cuando no se encontraba una explicación lógica para algún término de difícil comprensión. También se nos decía que la propia palabra ‘casualidad’ había debilitado su significado debido a su excesivo uso.

Me pregunto si con la palabra ‘progresismo’ nos puede ocurrir lo mismo. Ahora estamos viviendo una actitud ‘progresista’; deporte progresista, sociedad progresista. Y sobre todas las cosas, política y políticos ‘progresistas’.

Algo estamos haciendo mal y los responsables de llevar a cabo aclaraciones para que el personal entienda mejor el término, se callan porque les interesa.En términos políticos siempre se ha dicho que la victoria está donde están realmente los votos y eso suele darse en el centro del esquema político tradicional. No se suele contar con los extremos. Sin embargo, lo ‘progresista’ encuentra su caladero de votos en los extremos.

Y este término, se está empleando para separarse de la mediocridad, de lo estándar, de lo conservador. En la situación política que está atravesando España hay un par de episodios (hay muchos más, pero quiero ahora referirme a esos dos) que la gente se extraña con ellos, aunque, por raro que parezca, se dice poco, muy poco sobre ellos. Uno es la trayectoria política de Dolores Delgado, actual mujer del que fuera juez Garzón. Se la puede poner como ejemplo de la forma de la consecución de puestos de responsabilidad en su carrera. ¡Qué habilidad para ascender! Pero claro, ese historial es ‘progresista’.

Y el otro, asunto que quería contarles es el del ascenso a su actual responsabilidad del fiscal general del Estado. Una auténtica vergüenza. Pero ‘progresista’ y con eso todo salvado. Nadie ignora a estas alturas del partido los tejemanejes entre Dolores Delgado, ex ministra de Justicia, ex fiscal general del Estado, ex fiscal jefe de sala, y el actual fiscal general del Estado, nombrado precisamente por ella. Un verdadero batiburrillo de trampas y acciones debajo de la mesa que pondrían colorado al más osado del país y que a ellos dos les ha servido para irse asegurando su jubilación fuera de toda escasez. Pero es que ellos son ‘progresistas’.

Acaban de celebrarse las elecciones catalanas que tocaban. El presidente mentiroso se ha dignado hacer acto de presencia en Cataluña, porque se juega mucho. Pero él sabe que por mucho apoyo que le de al candidato Illa, siempre tendrá cerca al prófugo traidor recordándole al oído que el que tiene el poder, de verdad es el prófugo Puigdemont.

¿Y qué puede ocurrir ahora? Pues que, igual que Sánchez que perdiendo las elecciones ha sido capaz de embaucar a pequeños partidos que andaban por ahí y auparse y conseguir el poder, por número de escaños, también Puigdemont, no habiendo ganado las elecciones, puede desbancar a Illa y su PSC.

Y mientras tanto, Aragonés se va, y Junqueras dice que él continua hasta las elecciones europeas. Después dará un paso al lado para conseguir de sus votantes el aval necesario para presentarse en noviembre a las elecciones de ERC. Todo un ejemplo de cómo los catalanes quieren solucionar sus problemas. Ver para creer.

Muchos estamos hartos de la palabra ‘progresismo’.

Me pregunto si con la palabra ‘progresismo’ nos puede ocurrir lo mismo. Vivimos una actitud ‘progresista’; deporte progresista, sociedad progresista. Y sobre todas las cosas, política y políticos ‘progresistas’
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