Seguridad y derechos humanos Arturo Pereira
Francotirador
Hay personas que se conducen por la vida como francotiradores. Término que, según el Diccionario de la RAE, lleva implícito el aislamiento. Implica, también, estar apostado y atacar a los demás. Son lobos entre el rebaño social.
Representa una variable de la especie humana que siempre ha estado presente en todos los ámbitos de la vida, y todos nos hemos encontrado con alguno. La actitud más cuerda es evitarlo al igual que cuando se ve pasar un predador cerca. Supone una disrupción en la cotidianeidad por ser una anormalidad. Siempre con el arma de la malicia cargada.
Generalmente son personas cobardes que se ocultan bajo nombres inventados y estrafalarios que solo ellos saben y Dios nuestro Señor, porqué se autoflagelan con tales vergüenzas para el etiquetamiento humano. También, generalmente pretenden revestir su odio hacia el objetivo predeterminado de lenguaje y maneras formalistas y en apariencia estrictamente acordes con las normas.
Otros, por el contrario, son los que se podrían calificar como francotiradores reconocidos como tales, tanto por ellos mismos, como por el resto de mortales que los tienen que sufrir. Estos, tienen ciertas similitudes con los kamikazes, salvo por el importante matiz de que los japoneses que se inmolaban lo hacían en un intento desesperado de defender a su patria del avance de los ejércitos aliados en la Segunda Guerra Mundial. Quizás no se esté de acuerdo con esa forma extrema de hacer la guerra, pero era un acto de valor, sin duda.
El francotirador social, por el contrario no es valiente, es taimado, es falso en el encuentro frente a frente, se embosca, y cuando gana una posición que le permite abatir el objetivo aprieta el gatillo sin remordimiento. Eso sí, siempre dispara desde la seguridad de la distancia y la incapacidad de reacción de sus víctimas.
Las redes sociales son su medio natural, es dónde mejor se mueve el francotirador. Alguno tiene verdaderos rasgos psicopáticos y a diferencia de lo que es característico de un buen francotirador en tiempos de guerra, no economiza munición y dispara contra todo lo que se mueve. Todo está mal para este tipo, no tiene amigos, ni enemigos, no tiene nada porque no percibe personas a su alrededor, solamente objetivos.
Todo el mundo se queja de que es una realidad el que las redes sociales permiten desmanes de toda clase a los individuos que carecen de moral y escrúpulos, pero no se le pone coto, ni se establecen responsabilidades. Se pueden decir las mayores barbaridades de una persona que no ocurre nada, la mayoría de las veces porque el anonimato, el camuflaje impide identificar al francotirador.
Decía Epicteto que si alguien habla mal de uno no debiéramos molestarnos porque él está seguro de que lo que dice es lo correcto. No estoy de acuerdo. Estamos hartos de ver críticas infundadas a personas que no tienen, o no quieren por decoro, defenderse de calumnias vertidas de forma premeditada y tras una planificación minuciosa.
La planificación y la frialdad son otras dos características del francotirador. No todo el mundo es capaz de planificar de forma eficaz un ataque emboscado, batir al enemigo y mantener una ruta de huida segura. Se necesita mucha frialdad y esto lo hacen muy bien aquellos que quieren hacer daño de forma cruel y cobarde.
Cada vez hay más francotiradores en una sociedad hipócrita que a lo sumo reconoce que existen, pero que no los juzgamos si no somos su objetivo, pero sí en caso de ser sus víctimas. Me gustaban más los antiguos oficiales decimonónicos que no abandonaban su posición aunque vieran aproximarse una bala de cañón directamente a su posición, que estos emboscados sociales.