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No pudo tener mejor apertura el congreso internacional El teatro áureo en colaboración , que ayer comenzó en Filosofía y Letras, de la Universidad de León, dirigido por Juan Matas. Asistí atraído por la gran calidad de los participantes. Pero vayamos por partes. En una de sus primeras películas, Woody Allen interpretaba a un bufón en el Medievo, cuyo señor parte a la guerra y deja a la esposa con un cinturón de castidad; el desleal empleado busca desesperadamente por el castillo la llave del candado: «tengo que aprovechar -se dice-, pronto llegará el Renacimiento y …¡hala, todos a pintar!». Algo parecido me dije al saber de la presencia de Felipe B. Pedraza y que su jubilación era inminente: «aprovecha, Aguirre, que luego se jubila y… ¡hala a jugar a la petanca!». En coherencia con la temática, impartió la conferencia de apertura al alimón con su mujer, Milagros Rodríguez; de igual prestigio. Ni el corazón ni la valía se retiran. Además, participan primeros espadas leoneses: Germán Vega, María Luisa Lobato y Rafael González Cañal (este se mostró orgulloso de haberse formado en esas aulas). Luz en tiempos aciagos (como dijo el decano, Javier Rodríguez). El congreso aborda las comedias escritas, en el Siglo de Oro, entre varios autores. La industria del teatro era muy rentable y una forma de acelerar la producción fue el que los escritores se repartiesen los actos; hubo libretos que parecían el camarote de los Marx; incluso Lope, prodigio de rapidez, utilizó la modalidad; estaba también, claro, el placer de contrastarse. Oro sobre oro. No, no somos individualistas sin remedio, un congreso como este es suma de muchos esfuerzos. Y el teatro es compañía. Ayer, un muy divertido cierre de jornada, Lúpulo Teatro con entremeses de Moreto.

En los corrales de comedias y en las vidrieras de las catedrales leyeron incluso quienes no sabían leer. Un congreso organizado desde los campus de León, Castilla-La Mancha, Valladolid y Burgos, con reputadas instituciones y la participación de varios países. ¿Cabe mayor orgullo?

Gracias, Felipe y Milagros por vuestra gran aportación a la filología. La jubilación nada zanja, solo suaviza. Además, en el Siglo de Oro también jugaban a la petanca, ¿no?

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