Diario de León

LEÓN EN VERSO
Luis Urdiales

El voto de los esclavos

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Con suerte, si el niño caía de la bici, alguien avisaba a su madre; con suerte, ahora el niño montará en bicicleta, aunque entre un puñado de ángeles, dos padres y cuatro abuelos, que se encargan de velar por la protección del nene, criado en el caldo del síndrome del emperador. Con lo que se aprendía de una hostia, en plancha, sin una mano, sin dos manos, sin frenos, se escriben hoy meses de biografías frustradas en los gabinetes de psicología. La vida cambió en el momento en el que eludimos abrazar al de al lado, aborrecimos la dedicación que ponen los chimpancés en la dermis del semejante, dejamos de saltar como cachorros de gatos, de pelear en plan retoños de guepardo mientras mamá guepardo oteaba la Sabana para escudriñar el momento débil de las gacelas. Ya se suponía que el nuevo concepto de relación social tenía una trampa mortal desde el momento que los sumos sacerdotes de Silicon Valley decidieron prohibir a su descendencia tocar un móvil; o dispositivos de ese tono, que para el caso tienen el mismo efecto. Tratan de ocultar las estadísticas sobre el deterioro mental en niños o adolescentes; en parte de ese recambio generacional que se ha entrenado en una relación social de consecuencias devastadoras para la humanidad, al menos para la de Occidente, que es donde se ha cultivado con más fervor el paso de la realidad por el filtro de la pantalla. Ay, si fuera al menos la pantalla de la tele, para matar las horas que eran las que daban vida, a la antesala de la generación milenial, mientras se crecía a base de fracasos que se tomaban con colacao y endulzaban las boceras rebozadas de nocilla. El fracaso es eso, cuando metes en el instagran leche, cacao, avellanas y azúcar y no sale nada. Y la red multiplica por mil el efecto acoso, y la hostia, que no deja de ser una pijada, revienta el alma con la misma delicadeza que el porrazo de la bici despellejaba las rodillas. Las peores ideas del mundo germinan en California, alertan expertos curtidos tras dos décadas de cuerpo a cuerpo contra el hisopo de la iglesia de la tecnología, el tecnofeudalismo, del venid a mí, los que estéis frustrados, que yo os controlaré. Llega a la urna la primera remesa de estos chavales entrenados desde la educación primaria para ser esclavos.

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