Diario de León

Nubes y claros
María J. Muñiz

La justicia zurda

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Convenimos que la justicia es ciega, con el objetivo de no mostrar más preferencias que las de cumplir y hacer cumplir si no lo correcto, al menos lo establecido legalmente. Aunque últimamente el debate se acentúa sobre si es tuerta o bizca, de la mano de algunos de sus magistrados que parecen ver mejor en la dirección de uno de sus ojos, o distraer la imparcialidad en un horizonte que por más que se enrede se adivina con claridad, lamentablemente. Lo que resulta innegable es que el sistema y quienes en determinados casos lo gestionan parecen zurdos de las dos manos. Cómo si no explicar procederes lentos hasta la exasperación, que generan daños imposibles de reparar una vez transcurrido un tiempo interminable e injustificable.

He aquí el caso del expresidente de la Generalitat Valenciana Francisco Camps. Después de 15 años, se dice pronto, ha salido absuelto de las diez causas que se han seguido contra él. Cierto que en alguna de ellas quizá le hubiera llegado la condena (o no, nunca lo sabremos) si se le hubiera imputado desde el primer momento, antes de que los presuntos delitos que se le atribuían hubieran prescrito. Tan cierto como que, sea por justicia o por neglicencia de la justicia, el polémico político es un hombre sin condenas, libre ya de toda sospecha, se piense lo que se quiera pensar sobre sus impecables trajes o su enorme poder para mangonear cuanto en los grandes tiempos de la bonanza se repartía en la próspera Valencia.

La cuestión es, más allá de las pretensiones de regeneración política a las que aspira Camps o de cualquier arista de este caso concreto, si resulta aceptable dilatar irracionalmente los procesos judiciales. Casos hay, algunos cercanos y sangrantes. Ahí está, más de una década de dolorosa espera después, el astunto de los mineros muertos en el accidente de octubre de 2013 en la Hullera Vasco Leonesa. Aún sin sentencia. Es sólo un ejemplo.

Cierto es que algunas investigaciones son escarpadas y complejas, que para nada es fácil dictar resolución sobre asuntos de interpretaciones y responsabilidades poliédricas, que hay marañas que comienzan tirando de un hilo y se enredan en madejas inescrutables. Tan cierto como que toda cuestión ha de tener un límite temporal. Señalarte durante años para decir después que no se ha encontrado razón judicialmente válida para pedirte cuentas es causar un daño de todo punto irreparable. Y no vale resolver con un a otra cosa, mariposa...

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