Cerrar

Creado:

Actualizado:

La aplicación de un eximente, que funcionan en las sentencias como los peros en las adversativas, ha rebajado la petición inicial de 37 años de cárcel a tan sólo 8 y 9 meses a un hombre de 24 años que violó en repetidas ocasiones, al menos las tres que acabaron con los embarazos de 2018, 2019 y 2020, a una niña de 12 años. No cabe duda de que se trata de un violador, como admitió el propio acusado al aceptar los hechos. Ni si quiera hay duda de que, dentro del «clan familiar», la sometieron a «golpes, insultos y amenazas de modo continuo», ni de que la ofrendaban con demostraciones de cariño como llamarla «gorda, puta e hija de puta», ni de que en la última paliza acabó en el hospital. Pero la víctima «manifestó que, pese a su corta edad, sabía lo que eran las relaciones sexuales y sus consecuencias y consintió dichas relaciones sabiendo de su trascendencia e importancia, pues en su cultura las niñas de su edad suelen empezar a emparejarse y tener hijos». Los entrecomillados se ajustan al fallo —en todas las acepciones del diccionario— firmado por la Audiencia Provincial de León, después de que las partes pactaran un acuerdo que, al rebajar la Fiscalía la petición, evitaba que pudiera imponerse más pena que la reclamada. Sólo les restó a los magistrados rematar la redacción con una alusión al Romancero Gitano de Lorca — El viento-hombrón la persigue / con una espada caliente (…) Niña, deja que levante / tu vestido para verte — para que la supuesta «cultura gitana» hubiera acreditado una merma adicional en esa «menor antijuricidad».

El acuerdo acude al eximente del Código Penal que beneficia los casos en los que «el autor sea una persona próxima al menor por edad y grado de desarrollo o madurez física y psicológica». Pero «en este caso existe una importante diferencia de edad», como se admiten en la sentencia. Sin este asidero, los magistrados se agarran entonces a esa «cultura» en la que se consagra que las niñas gitanas tienen menos protección que las payas. El prejuicio implícito, asentado en un estereotipo retrógrado, consagra la marginación, sin que el sistema atienda a la grieta por la que se cuela la indefensión de la menor a la que la red social no detectó ni amparó durante al menos cuatro años. El eximente condena a la víctima. Le pasó por gitana, como a otras por llevar falda.

Cargando contenidos...