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Publicado por
CORNADA DE LOBO
GARCÍA TRAPIELLO

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La primera imagen que me hice de Grajal de Campos, villa hidalgona que entonces no conocía, me la estampó Jesús Torbado en 1972. Y me asombró. Contaba él una inquietante particularidad de su colosal fortaleza, esa maciza piedra poco altiva en toda foto panorámica de este histórico lugar, villa se dijo, alzada sobre un bosque de bodegas subterráneas, túneles, ratoneras del tesoro o catacumbas monjiles con leyendas lujuriosas que de antiguo hizo circular el pueblo. Ese castillo breve, pero matón y de solidísimos paramentos, lo conoció Torbado ya de bien crío y, de estudiante, empezó a llamarle la atención al ver que los únicos cuatro cañones que asomaban en sus almenas estuvieran apuntando al pueblo, sólo al pueblo, no a los caminos por los que se supone habría de venir el moro pillando moras o las mesnadas castellanas pillando tributos, no... apuntaban al pueblo, a las casas, al lugareño. Queda claro que el señor de Grajal no se fiaba mucho de sus gentes; lo de «el enemigo está dentro» es más viejo que las pirámides. Siglos después, algo ruinosa la fortaleza, los cañones herrumbrosos e inútiles seguían en su postura y su viejo eco: ¡apuntad a ese corral, cañoneros!, después a casa l’alcalde y, ya puestos, a la gorda que cruza la plaza, la mesonera, le debo seis ducados... Grajal es sombra de lo que fue: iglesia altanera, palaciote, 21 cofradías, 600 mulas (el tractor), destilerías, bodegas, silos, rentas hidalgas y, no lejos, un convento de carmelitas descalzas (abandonado hace poco) donde se veneró la reliquia más pirulera y chorra de todas las milagreras y falsas a las que rezó y reza este León papón: ¡¡el dedo anular de María Magdalena!!, y en él, como anillo de desposada, un pellejito tieso, ¡el prepucio del Niño Jesús! que le cortaron al circundidarle. ¿Quizá lo guardó la Virgen como hacen las madres con un mechón o el primer diente?... ¿y los otros diez prepucios que también se veneran por ahí?... Sin embargo, la reliquia ideal de todo grajaleño habría sido el prepucio del conde de los cañones, pero cortado al ras en la base’l nabo... y al lado, el cortapichas, claro, de plata.