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Al día
JUAN FRANCISCO FERRÉ

Fandangos y bulerías

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No tenemos remedio. España es diferente, siendo igual a sí misma. No aprendemos. La política es el camino más corto entre la mediocridad y el éxito. El atajo tentador entre el salario mínimo y la ganancia máxima. Seamos lógicos. Para qué estudiar a fondo las leyes de la economía sino para forrarte y disfrutar a tope de los placeres y lujos de la vida capitalista hasta el fin de tus días. Seamos lógicos, pero no idealistas. Por eso Sumar no tiene nada que hacer en las elecciones. Afán de lucro más conciencia social es el signo del triunfo para la izquierda que Sánchez representa. Lo mejor de ambos mundos. La dosis justiciera del socialismo científico y el ingrediente hedonista del capitalismo tecnológico. Tenemos lo que nos merecemos, como país, como sociedad, como cultura. Las sucesivas reformas educativas nos justifican. Me dicen mis amigas economistas que Begoña Gómez, con todo lo que ha hecho, es un animal de la Champions de los negocios, una campeona del emprendimiento, una depredadora alfa de fondos e inversiones. Qué pena que para conseguirlo haya recibido el dopaje de la Moncloa. Sin la plataforma presidencial, ni cátedra complutense ni software innovador, sería solo una mindundi más en la cola de la demanda profesional de una oportunidad. Así que el marido pícaro es cómplice necesario en su ambición de emprendedora sin escrúpulos. La ministra Montero, hoy por hoy, es la mujer que sabía demasiado. Cada una de sus muecas y frases delata la envergadura del poder que atesora. Con solo mostrar sus cartas, las declaraciones fiscales del líder y su esposa, la conspiración mediática y judicial cesaría enseguida. Pero ella y su partido prefieren la estrategia del fango y el fandango, el bulo y la bulería, con tal de que la fiesta no acabe nunca y el ruido sirva para encubrir la verdad. La amnistía, el caso Koldo, el caso Ábalos, la trama Illa de las mascarillas y ahora, para colmo, el extraño caso de Begoña Gómez. Que haya una multitud de votantes dispuesta a refrendar toda esta corrupción da que pensar. No vale el veredicto de las urnas europeas. Si Europa fuera coherente con sus políticas, nos debería expulsar de su seno, aunque solo sea por un tiempo. El que necesitamos para reflexionar en lo que somos y lo que podríamos ser. Mientras tanto, Sánchez debería dimitir, por dignidad, o convocar elecciones generales de inmediato. No tiene alternativa.