Diario de León

TRIBUNA

David Díez Llamas
Sociólogo

La Euskadi en la que creo

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Hubo un tiempo que en Euskadi estaba prohibida la ikurriña y se penalizaba el hablar en euskera. Tal vez como reacción luego surgió una Euskadi en que se asesinaba al que simplemente tenía otra forma de ver las cosas. En una se prohibía el «Gora Euskadi» y en otra no se podía decir «Viva España». Ya ven, yo veo en todo ello muchas más similitudes que diferencias. Es la Euskadi monocolor y sólo cambia la variedad cromática que le pueda gustar a cada cual. Una y otra propugnaban imponer un pensamiento y una identidad única.

La Euskadi en la que creo es plural en sus formas de pensar y sentir. La que busca la convivencia entre los que piensan diferente. La que no quiere modelos monolíticos e impuestos. A esa Euskadi monocolor yo opongo una Euskadi «arco iris». La libertad tiene colores y se construye desde el respeto a la diferencia. Construir «un» arco iris que los armonice será fundamental para avanzar en conseguir el progreso social y económico. Es uno de los retos más importantes que tenemos que afrontar tanto en el presente como en el inmediato futuro.

Conjugar «unidad y pluralidad» es clave. Una unidad que uniformiza todo es atosigadora y atenta a las libertades tanto de grupo como individuales. La división debilita la fuerza para lograr los objetivos que se persiguen. En ese proceso de conjugar «unidad y pluralidad» será fundamental diferenciar aquellos temas que son prioritarios, de otros que son «menos importantes». Sin hacer dejación de lo que pueden ser los planteamientos propios, habrá que transigir hasta lograr una cierta unidad de acción. Es avanzar desde el respeto y la diversidad.

Este marco plural es opuesto a aquellos que lo que quieren es confrontar dos unidades. En ese sentido los independentistas pueden ser tan uniformizadores como los seguidores de Vox. Especialmente esto es así cuando esa unidad se ha buscado alcanzarla mediante el recurso al terror y a la amenaza. Euskadi ha pasado demasiados años en los que el miedo evitaba la libertad de expresión. Primero con Franco y luego con ETA. Todavía algunos partidos siguen anclados en ese pasado.

Una sociedad de hombres libres es también aquella que promueve que las personas con menos medios puedan acceder a unos servicios de calidad que eviten la discriminación en función de los recursos económicos de cada uno.

La Euskadi en la que creo es la de una sociedad abierta al mundo. Pero también la que conjuga esa apertura con el orgullo de una identidad propia. La que hace posible conjugar el «ser diferentes» con la armonía con otros territorios. Es la Euskadi que busca más triunfar en esa competencia en un mundo cada vez más global. Para lograrlo hay que facilitar los instrumentos que permitan avanzar. Nadie es siempre el mejor en todo. Hemos de abrirnos al mundo para ver en qué cosas debemos mejorar, conocer otros modelos.

La Euskadi en la que creo es la Euskadi de las personas. Es aquella en la que todo proyecto político se tiene que sustentar en las voluntades individuales y en el respeto hacia el diferente. No creo que haya que deban prevalecer los proyectos políticos a las necesidades personales. En ese sentido habrá que priorizar tener los mejores médicos, los mejores profesionales de la educación o de la seguridad, por encima de que sus perfiles encajen mejor o peor en un determinado proyecto. Es en las dictaduras donde los científicos se eligen en función de la identidad ideológica. Pero cuando alguien está en un quirófano quiere que le opere el mejor profesional sin preguntar su ideología, su idioma, el color o el género de aquel que le está operando.

Creo en una Euskadi en que se potencie el conocimiento, como motor que facilite mejorar nuestras cuotas de bienestar social. Las buenas ideas serán bienvenidas y no importa en el idioma en que se expresen. Hay que facilitar que el talento de cualquier persona pueda revertir en el conjunto de la sociedad. Hay que ser impulsor y evitar poner frenos a todo ello.

No creo en una Euskadi que utiliza la expresión «español» como insulto. Tampoco creo en aquella que identifica a «vascos» con «nacionalistas» y menos aún con vincularlos a ETA.

La Euskadi en la que creo es la que se fija por principal objetivo el mejorar la calidad de vida del conjunto de los vascos. En ese sentido habría que evitar todas las cuestiones que puedan dificultar ese objetivo. Buscar la excelencia antes que la procedencia.

Creo en una Euskadi con igualdad de derechos y también de deberes. Una sociedad de mujeres y de hombres que puedan vivir libres de amenazas. También en la Euskadi en la que cada cual pueda expresar su sexualidad sin temor a represalias.

La Euskadi en la que creo es en definitiva la Euskadi de mujeres y hombres libres que desde su libertad impulsen una sociedad mejor para todos.

En una se prohibía el «Gora Euskadi» y en otra no se podía decir «Viva España». Ya ven, yo veo en todo ello muchas más similitudes que diferencias
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