Diario de León

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A nuestra derecha está creciendo una fauna peligrosa, pero muy entretenida. Hasta ahora los italianos nos llevaban la delantera decorativa en el mundillo facha porque Mussolini era un Hitler de opereta, cómico en su grandilocuencia, con esas tropas que estiraban el brazo como extras cutres de una peli de romanos. Chaplin nos enseñó que Hitler también era un tipo irrisorio y una refutación palmaria de la superioridad de la raza aria. Cuando Leni Riefensthal se marchó a hacer fotos a la tribu de los nuba se le tuvieron que caer los palos del sombrajo. Compáreme usted a esos portentos físicos, de músculos tallados en ébano y miradas limpias, con el espantajo del Führer, que no tenía media bofetada y llevaba bigotillo de oficinista.

La ultraderecha de ahora también falla por el lado de la comicidad involuntaria. Ese costado del Europarlamento parece un ‘remake’ de ‘La parada de los monstruos’, una reunión de fenómenos (tercera acepción del Diccionario) unidos por sus jugos biliares, pero muy diferentes entre sí. Nuestra aportación como país a ese gremio no es cuantitativamente decisiva, pero sí de alta calidad. Al lado del neofalangista Buxadé, Meloni es una Churchill rubia que bebe Campari con aceitunas y la irrupción de Alvise promete darnos muchas alegrías. Su lema podría ser «la mentira os hará libres (y a mí me dará un puestazo en Bruselas)» y quizá por eso cuesta tanto encontrarle un parangón. Algunos cronistas lo comparan a Ruiz Mateos, pero hay una diferencia sustancial: el empresario jerezano levantó y hundió un imperio económico mientras que Alvise ha puesto cuatro tuits. ¡Qué decadencia! Ni los ultras respetan ya la cultura del esfuerzo.

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