Diario de León

CANTO RODADO

De Zafarraya a Villaquilambre

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Hace más de tres décadas contemplé en Zafarraya, provincia de Granada, una de las escenas más humillantes a seres humanos. En la plaza del pueblo se reunía al amanecer un nutrido grupo de hombres africanos, magrebíes y subsaharianos. Esperaban la llegada de un camión. Un hombre se bajaba y con la mano apuntaba a los elegidos para el tajo. El resto esperaba al día siguiente. Zafarraya tiene un microclima muy propicio para el cultivo de hortalizas y se ha convertido en la ‘huerta de España’ gracias a esa mano de obra invisible que no figura en ninguna guía turística.

Hace cuatro días, en el IV Congreso de Agroalimentación de Diario de León, el alcalde de Fresno de la Vega lamentaba que algunas cosechas de sus huertas se pierden por falta de mano de obra. El gerente de Poeda, Javier Juárez, corroboraba las dificultades para cubrir la demanda de mano de obra en el campo.

Vivimos en una encrucijada demográfica. El censo mengua y el envejecimiento de la población enciende la alarma del sostenimiento de las pensiones y los cuidados. Queremos que nuestro bienestar se sustente con la cifra exacta de personas necesarias, queremos que sean gente honrada y que agradezcan ser explotados. A la medida de nuestra economía.

La pregunta¿No creen que es cobarde ampararse en la libertad de expresión para vejar e insultar a seres humanos?

Hace 30 años, la frontera sur de Europa eran Ceuta y Melilla, ahora ese espacio se ha ensanchado. La frontera se ha hecho líquida y la migración es un flujo perpetuo a causa del hambre, las guerras y la ilusión, a través de la aldea global mediática, de que aquí está el paraíso. Y puede que sea verdad.

Lo que antes sólo vivían en los territorios del sur ahora nos salpica tímidamente y formamos un alboroto vergonzante, nos encerramos en la cabeza-chalé como si esos muros que hemos pagado o aún debemos al banco nos blindaran frente a lo que sucede en el mundo. Sin ninguna memoria de nuestros abuelos, padres o hijos que emigraron de la pura pobreza o andan por el mundo después de las últimas crisis, por necesidad o por elección. Sin memoria de ese carbón que calentó España y fue arrancado por españoles llegados de toda la geografía patria, portugueses, cabo verdianos, paquistaníes.

Triste es que haya gente sin cabeza ni corazón capaz de vociferar contra seres humanos, acogidos por un programa gubernamental que gestiona una entidad religiosa. Pero lo grave es agitar el árbol del odio desde posiciones de poder. Y más lacerante que la Junta justifique como libertad de expresión la vejación de seres humanos. Sabemos que es un acto de supervivencia de Mañueco y el PP, que navegan en endeble embarcación y corren el riesgo de ser arrojados al mar. Que el PP de Villaquilambre intente sacar rédito es indignante.

En tres décadas las migraciones han crecido exponecialmente. Es una realidad que está cambiando el mundo tanto o más que la tecnología con oportunidades y desafíos a los que solo hay que aplicar la medida de los derechos humanos.

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