León, a prueba
La protesta vecinal generada por la próxima llegada de refugiados al Centro de Ayuda Humanitaria, en Villarrodrigo de las Regueras, procedentes de Canarias, nos enfrenta como sociedad leonesa a diversas preguntas de conciencia. ¿Somos demócratas? ¿Somos solidarios? ¿Somos católicos? La respuesta afirmativa a cualquiera de ellas, o a las tres, ha de llevarnos a demostrarlo. Pero antes de entrar en materia: la Junta tiene derecho a exigir no enterarse de tal llegada por la prensa. Dicho esto, las declaraciones en redes del vicepresidente son xenófobas y crueles, aunque en él las previsibles. Y sobre las protestas ciudadanas… ¿temen los vecinos que haya más delitos? Los datos estadísticos demuestran que no hay relación directa alguna entre migración y delincuencia. Los extranjeros a quienes hemos de temer son blancos de piel, viven en chalés de lujo y conducen coches de alta gama. Qué frágil es la desmemoria. Supongo que entre quienes se oponen a la acogida habrá algunos que sean descendientes de emigrantes, depurados o de exiliados. El futuro está ya aquí, y es este. Pero los migrantes no son los causantes, sino las víctimas. Mañana podemos ser nosotros quienes nos encontremos caminando o huyendo por una carretera, necesitados de ayuda; ni siquiera es necesaria una guerra, bastaría con una catástrofe nuclear o climatológica. La fraternidad es la única esperanza de supervivencia que nos queda como civilización, incluido en ella el cristianismo.
Los refugiados son seres humanos, también lo son quienes han de convivir con ellos. Las administraciones receptoras han de estar no solo informadas, sino implicadas. Las discordias entre instituciones no dan buen ejemplo, y menos en los programas humanitarios.
Las debidas cautelas en seguridad no deben ser confundidas con las sospechas infundadas. Pero no, no hay fraternidad sin hechos fraternales. Ni justicia sin justos. ¿Somos demócratas, solidarios y/o católicos? Pues que se nos note. Antaño había un tipo de falso tolerancia que esgrimía: «no tengo nada contra los homosexuales, mientras que no se exhiban». Ahora ocurre algo similar, compadecemos a los refugiados… pero que no estén, ni se les vea. Pero es la hora de las coherencias. Nuestra prueba.