Papá vuelve al tren
A los que peinan canas, y a los que ya no nos queda nada o prácticamente nada que recolocar, nos resuena el eco del mítico ‘Papá, ven en tren’. Ha pasado medio siglo desde aquel anuncio y aquí, quizá por el envejecimiento y el éxodo poblacional, la escena es ya la inversa. A las puertas de las estaciones se acumulan los padres que esperan el retorno de sus hijos, estudiantes o trabajadores, que vienen en tren o en buses.
Como las dos estaciones carecen de espacios para la lógica carga y descarga, el tapón es reiterado, incordiando obviamente al resto de conductores. El problema es conocido y presenta ya varios capítulos y rectificaciones. Cuando se abrió la ‘pasante’ de Adif tocó recolocar los carriles, ya que no se permitía siquiera girar a la izquierda, volcando toda la circulación hacia Guzmán. También se ha hecho habitual la presencia de taxis en la parada de buses a las puertas de la estación. Queda la duda de si es el lugar adecuado para dejar pasajeros, cuando disponen de una zona acotada en exclusividad. Pero esa parada oficial de trastienda tiene una complicación evidente. No parece que al viajero que llega a León, si no es un habitual, le resulte fácil localizarla, en la parte trasera y con un acceso a golpe de requiebros. Vale, sí, hay carteles... pero entre muchos y variados sobre todo tipo de cosas.
En la zona oeste de esta misma estación hay, literalmente, cuatro plazas para la carga y descarga de personas y sus maletas desde los coches. Cifra ridícula para el volumen de gente que pasa cada día por allí. En la de autobuses no hay ni un solo lugar donde orillar para detenerse un tiempo mínimo fuera de los carriles con circulación. Cierto es que ahí las esperas son menores. En la de trenes, especialmente en el mítico shanghai Barcelona-Galicia, nunca se sabe a qué hora puede acabar la cosa...
La dualidad de las estaciones, pese a ese ridícula acera de unión para viajeros a pie que se está preparando, condena para décadas a León a carecer de un intercambiador como el de otras ciudades. Gobierno y Junta han gastado, y mucho, cada uno por su cuenta, privando a la capital y a toda la provincia de un transporte público —ese objetivo mítico que se supone que debe promocionarse— en condiciones.
En la publicidad de 1973, el Gobierno animaba a usar el tren. Para tener menos contaminación y menos muertos en las carreteras. Otros tiempos, mismos objetivos. ¡Da otra vuelta a ver si podemos parar lo justo para que se baje el chico...!
Estos días, ni eso. León bloquea su vial de entrada y salida clave hacia la LE-11, y sus dos estaciones... por las fiestas..