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Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO

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Santa Cerecita del Niño Jesús, patrona de los fruteros, ruega por nuestros labrantines, protégeles del pedrisco y tráeles el sol que colma de ácida azúcar la fruta. En pleno tiempo de cerezas estamos. De todas las frutas que aquí se dan, las cerezas son la madrugancia con su carnosidad sensual de explosión lujuriosa en la boca y sangre dulzorra para el paladar vampiro. Los albaricoques (ya sean albérchigos o moniquís) esperan a julio, los escasos melocotones y las ciruelas a agosto, y las peras o manzanas aguardan al otoño, tiempo también de nueces y avellanas (ablanes dirá ahora el que pregone su «falo llionés» sisándoselu a l’asturianu). Hay también acerolas, frambuesas, grosellas, manzanitas gigosas, moras de moral o de zarza, quizá algún níspero, arándanos, brunos ciegos y endrinos, pero son rareza en la mesa popular. En este concierto frutero, la telonera es la cereza en la certeza de que las frutas que vayan después de estrellas en el cartel no la superarán en sinfonía de sensaciones. Cerezas y más cerezas. Y a qué precios ahora. Se entera Leonardo el de Cifuentes de que las nuestras hay que pagarlas hoy a más de mil pesetas el kilo en la tienda, y resucita para volver al gran huerto que sus nietos echaron al abandono.

El Bierzo es la patria cerecera leonesa por tradición y tonelaje, aunque en todo pueblo siempre hubo y habrá cerezas para casa y algunas para frutería de barrio. Ahí resuena Cabreros del Río que de antaño celebró su Domingo Cecerero. ¿Y el futuro cerecista que León puede prometerse? Hay que explorar nuevas vistas y ensayar variedades. Canadá, tan invernal, tiene registradas más de 80. Se sugiere una pista: ese cerezo a la vera de la iglesia de Barrios de Luna que con su aire de picota madurando a principios de septiembre parece marcar senda a unas cerezas tardías que León cultivaría en su día cuando ya ni el Jerte ni Aragón puedan curar la abstinencia cerecera de este país al que vendrán de Chile o la Conchinchina a precios aberrantes. Sólo hace falta ilusión y trabajo , pero esa es otra copla que habrá que reaprender.