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AL TRASLUZ Eduardo aguirre

La gruta más misteriosa

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Leo que han descubierto en nuestra cueva de Valporquero una zona hasta ahora desconocida: una superficie de 1.000 metros cuadrados. Había permanecido oculta porque no tenía más portero que el silencio. Aún no se sabe a dónde conduce. Está en zona de muy difícil acceso, invisibilizada por algo llamado «partículas en suspensión», que crea una especie de cortina; ahora, potentes sistemas de iluminación han revelado su existencia. Aunque no todo nuevo paisaje ha de ser comparado con las islas Seychelles, y admitiendo que el canon griego no es la única belleza posible, las primeras imágenes fotográficas proporcionadas no cabe calificarlas de lugar al que uno quisiera ir de camping, parece los jugos gástricos de un alienígena furioso. Mi madre hubiese exclamado: «¡Ahí me iba a meter yo!». En efecto, si me quieren localizar ahí no van a encontrarme, al menos en las próximas décadas. Si los garajes me dan claustrofobia, más aún un sitio en el que para huir —nunca se sabe— tendrías que doblarte como un muelle. ¿Hay algo más inquietante que una gruta? Ulises se adentró por una en el inframundo, para preguntarle a Aquiles, ya rey de los muertos, por dónde regresaba a Ítaca. Y Platón mediante su mito de la caverna explicó que las sombras de algo no son ese algo. Los griegos creían que quienes entraban en la cueva Trophonio ya no volvían a reír. Agelastos llamaría siglos después el guasón Rabelais a quienes padecen este mal, que además es —añado— contagioso. Los mitos, lo explicó muy bien Tolkien, son verdades contadas con imaginación.

Venimos de un pasado cavernícola, muchos siguen en él. El árbitro Eder Mallo, afincado en León, estuvo que salir escoltado por la policía, ante las amenazas de muerte recibidas tras el encuentro del Nàstic-Málaga. Algunos son dinosaurios mentales, y no parece que vayan a extinguirse.

Felicitaciones a Pedro González y a Tania García, descubridores del nuevo espacio en Valporquero. Pero, admitámoslo, la gran gruta sigue siendo la condición humana. ¿Hay cueva más inexplorada que el corazón, incluido el propio? ¿Conoces galerías más bella y misteriosa que su amor, incluso cuando está herido? Pero esto mejor no lo digamos mucho, que nos lo convierten en piso turístico.

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