Diario de León

EL MIRADOR. Julia Navarro

Fin de fiesta

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M e parece más que acertada la decisión de los actuales responsables del Ayuntamiento de Barcelona de intentar poner coto a la proliferación de pisos turísticos, además de ir reduciendo su número. Ojalá el ayuntamiento de Madrid y de otras capitales españolas adopten la misma decisión. Verán, yo vivo en el centro de Madrid, y año tras año, día a día he visto como el «centro» de mi ciudad se ha ido transformando en una especie de parque temático, pero de un horroroso parque temático, sucio y descuidado. El precio de los pisos y los alquileres está por las nubes. Muchas de las vetustas viviendas que forman parte de la identidad de la ciudad se han ido transformando en pisos turísticos debido a que los mayores que habitaban en ellas han ido muriendo unos, o llevados a residencias otros, y en muchas ocasiones, sus herederos han encontrado una excepcional fuente de ingresos: convertir los pisos de sus mayores en pisos turísticos. Pero eso ha contribuido a que, como apuntaba unas líneas antes, el precio de la vivienda se haya disparado en el centro, y los barrios hayan dejado de serlo por falta de personas que vivan de continuo.

Sin duda, por el «centro» de Madrid y de otras ciudades se ve mucha animación y mucha gente. Gente que pasa dos, tres o siete días y se va. Gente que no forma parte de la vida de los barrios, y así vemos que donde antes había una mercería, una tienda de venta de zapatos, o un ultramarinos, se convierten en bares o en tiendas de souvenirs baratos. Y así, poco a poco, el centro se convierte en un exclusivo lugar de ocio, pero carente de vida, porque ya no hay «vecinos», solo turistas. No imaginan el ruido del trasiego de quienes arrastran sus maletas a todas las horas del día por las calles de estos barrios. Ni el trato, manifiestamente mejorable, que dan, no solo al mobiliario urbano sino a los «portales», escaleras y ascensores, de las viviendas donde se encuentran este tipo de pisos. Cuestión de educación dirán algunos, y tienen razón, pero también de que quienes habitan un piso tres días no se sienten concernidos por el mantenimiento y limpieza del edificio. Sé de lo que hablo, en mi edificio son ya más los pisos turísticos que pisos en que vivimos los vecinos. Añadan que, digan lo que digan, los pisos turísticos perjudican a los hoteles. Pero ese es otro cantar. Por tanto, bienvenida sea la iniciativa de los regidores municipales de Barcelona, que espero tenga eco en los alcaldes y concejales de otras ciudades españolas, y dejen de mirar hacia otro lado, mientras el desbarajuste que provocan los pisos turísticos van carcomiendo el centro de las ciudades hasta hacerlas irreconocibles.

Este artículo pretende ser un SOS. Me pregunto si el alcalde de Madrid se dará por aludido o mirará hacia otro lado.

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