¿El yerno ideal?
A Jordan Bardella, líder de la Agrupación Nacional -la extrema derecha francesa-, le llaman en los medios “el yerno ideal”. Mucho han bajado los requisitos para serlo, a mí me exigieron antecedentes penales, currículo y tres fotografías recientes de carné. Bardella tiene 28 años y puede ser el nuevo primer ministro francés. ¿El yerno ideal? Cómo serán entonces los descartados. Nada, salvo altivez. Para dedicarse a la política de extrema derecha, abandonó los estudios a los 16 años, pero afirma que sabe cómo solucionar los problemas de la Enseñanza y promete “un big bang de orden en las escuelas”. La ignorancia no es sabia, sino atrevida. Mantuvo una relación con una sobrina de Marine Le Pen y no cuajó, luego no era tan yerno ideal. Si los franceses no votan con la cabeza le tendrán en casa y nosotros de peligroso vecino. Según Pierre Stèphane Fort, periodista que ha publicado un libro sobre Bardella, su ideas son “a menudo xenófobas, a veces racistas, a veces antisemitas”. Pero nadie lo es solo a ratos. Un peligroso medrador, típico de novela decimonónica, aunque su ambición sea tan vieja como el mundo. Un producto de la mercadotecnia política, que ahora se beneficia del espíritu irresponsable de los tiempos. Airea que su madre le crío sola y en un barrio modesto; pero calla que su padre dirige una empresa, que le pagó colegios privados y que le regaló un coche y un piso al cumplir los 19 años. Es bien parecido, según el canon burgués; viste trajeado y lleva el pelo muy corto. ¿Suficiente para gobernar Francia? Dicen que a los jóvenes les gusta porque es soberbio y faltoso. Pero uno tiene ya años y ha leído algunos libros de Historia: a este si le prestas el coche luego te devolverá una bicicleta, y sin ruedas. Esperemos que Francia vote con sensatez.
No, no es un problema de los franceses, pues el clan Le Pen tiene vínculos con Putin y con los fascismos europeos. Tampoco Trump es un problema local de los estadounidenses.
Nos adentramos en un mundo de extremos políticos, a derecha e izquierda. ¿De quién es la culpa? De quien les vota, sin duda. Pero hay más culpas a repartir. ¿El yerno ideal? No me inviten a esa boda. Y otro día hablaremos de nuestros propios extremismos locales.