TRIBUNA
Patrimonio cultural y lenguas
L as Cortes de Castilla y León acaban de aprobar una nueva Ley de Patrimonio Cultural. Esta norma tiene variados apartados que darían para amplios debates. Pero en este caso nos centraremos en una temática particular. Nos referimos al tratamiento que se da al patrimonio inmaterial, en su concreción idiomática. Resulta que las referencias al patrimonio lingüístico son muy escasas, lo cual resulta sorprendente.
En dicha Ley autonómica se constata la mención al patrimonio cultural, «también forman parte del mismo el patrimonio documental, bibliográfico y lingüístico» (art. 12.1). Más adelante leemos la referencia a los bienes de interés cultural, «tradiciones y expresiones orales, incluidas las modalidades y particularidades lingüísticas como vehículo del patrimonio cultural inmaterial» (art. 22.1.b). ¡Curioso! Esas dos palabras, modalidades y particularidades, parecen querer minimizar y devaluar el patrimonio lingüístico. Y nos recuerdan otras del mismo tenor, hablas, dialectos, variedades, chapurreao, mistura… que nos traen referencias de tiempos pasados cuando se despreciaba el bilingüismo regional peninsular.
El Estatuto de Autonomía de Castilla y León reconoce expresamente tres lenguas, a saber, castellano, leonés y gallego (art. 5). Por eso no se entiende que la dicha Ley del Patrimonio Cultural se refiera a «modalidades y particularidades lingüísticas». Lo cierto es que en Castilla y León se hablan 4 lenguas territoriales con el eusquera del norte de Burgos. ¿Qué se pretende con esta diferenciación terminológica?. Hay una clara intencionalidad política de devaluación lingüística. Lo que son lenguas e idiomas pasan ahora a ser simples modalidades y particularidades. Se utiliza de nuevo el lenguaje jurídico con pretensión política de desprestigiar o ignorar los idiomas minorizados. Nadie puede dudar que la terminología puede manipularse, denigrar o valorizar ciertas palabras tiene sentido para el poder.
Recordamos la comentada mención expresa a las lenguas de Castilla y León en el Estatuto de Autonomía. Pues bien, la lógica jurídica y política precisa de un desarrollo legislativo de mencionado artículo 5. Sin embargo, las Cortes autonómicas no han cumplido con su obligación de aprobar una Ley de lenguas de Castilla y León. Por eso era de esperar que dicha Ley del Patrimonio Cultural hiciera una mayor incidencia en la regulación jurídica del patrimonio lingüístico para compensar la escasa protección idiomática actual. Estamos ante una nueva oportunidad política perdida para mostrar el debido respeto por nuestro patrimonio lingüístico.
Falta decir que en la disposición final 1ª, de dicha Ley del Patrimonio Cultural hay una nueva mención al patrimonio lingüístico. Sí, se nos anuncia que ese patrimonio lingüístico, mencionado en artículo 5 del Estatuto de Autonomía, «se regirá por sus normas específicas». Mucho nos tememos que no se refiere a la aprobación de la necesaria Ley de Lenguas de Castilla y León, quizás futuras normas menores para la concesión meras subvenciones de algunas actividades lingüísticas, con el pretexto de evitar el reconocimiento de derechos idiomáticos a sus hablantes.
Continúa dicha disposición final 1ª con la referencia a que las administraciones competentes «adoptarán las medidas oportunas tendentes a la protección y difusión» lingüística. Referencia indirecta al intervencionismo de la Junta de Castilla y León y a las instituciones locales. La Junta autonómica tiene la obligación estatutaria de «respeto y protección de la lengua gallega» (art. 5) de El Bierzo. Sin embargo, poco más ha hecho que permitir parcialmente la enseñanza pública de este idioma. Aunque también denunciamos que la Ley del Régimen Local impone que el nombre de los municipios «habrá de ser en lengua castellana» (art. 24.1). Ejemplo claro de imposición idiomática. Por otra parte, la Universidad de León tiene una Cátedra de Estudios Leoneses que acostumbra pasar del gallego, no así del leonés presente en sus numerosas conferencias. Recientemente dicha Cátedra ha convocado un concurso sobre toponimia «para difundir aspectos específicos de la cultura en el ámbito leonés», esperemos que esa cultura leonesa admita también la especificidad toponímica de la otra cultura gallega de El Bierzo.
La Diputación de León cuenta con su Instituto Leonés de Cultura, pues bien, en sus actividades la promoción del gallego ocupa un espacio residual. No edita publicaciones ni conferencias en gallego, solamente publicita un video por O Día da Lingua Galega, y concede una subvención escasa para un concurso escolar en gallego. Ultimamente ha convocado subvenciones para talleres culturales de juntas vecinales, donde se sugiere la «iniciación al leonés», según consta en su página web. Así el idioma gallego se ignora de nuevo, esta dinámica política hay que calificarla de discriminatoria con la lengua de El Bierzo.
Hemos visto varias administraciones que intervienen en materia cultural sobre el idioma gallego. Ahora bien, no parece lógico que esas instituciones que no utilizan este idioma porque no lo conocen tengan competencia cultural en el fomento del gallego. El principio administrativo de subsidiariedad determina que las competencias sean ejercidas por la institución local más cercana a los ciudadanos. ¿Qué pinta el Instituto Leonés de Cultura interviniendo en el gallego cuando lo debería hacer el Consejo Comarcal de El Bierzo?. ¡Hay que descentralizar ya! por parte de la Diputación de León en la institución comarcal, mediante convenio de trasferencia, delegación o encomienda de gestión. Esto sería lógica política y eficacia administrativa frente al centralismo cultural que denunciamos. El Consejo Comarcal está donde vivimos los hablantes de gallego, y no a más de 100 kilómetros donde reside la sede del Instituto Leonés de Cultura, asentado en otro ámbito lingüístico muy diferente.
Estamos hartos de viejas políticas culturales que se reducen a convocar concursos de recuperación de literatura oral, recopilación de topónimos rurales, fijación de imaginarias isoglosas filológicas, investigaciones de hablas locales, etc. En El Bierzo defendemos un idioma gallego moderno que nos une a la amplia comunidad lingüística del noroeste, y que nos puede abrir más al mundo con el internacionalismo del portugués. Para esto precisamos de la normativización del gallego (nuevo léxico, gramática, fonética…), además de la normalización que nos ampliará los ámbitos lingüísticos (enseñanza, administración, digitalización, inteligencia artificial, etc). Por todo ello, resulta inútil insistir en trasnochadas políticas culturales, anquilosadas en el tradicionalismo dialectal, sin fomentar idiomas regionales con miradas de futuro por caminos de progreso tecnológico.