Diario de León

Hojas de chopo. Alfonso García

Nuevos lenguajes literarios

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Q ue las claves del entendimiento de la realidad están en cambio permanente es hoy una constatación evidente. También en el mundo de la literatura, naturalmente, aunque en este momento de la película quizá sea más acertado hablar de industria literaria frente a literatura. De hecho, llama la atención, al menos a servidor, la tendencia ascendente de publicar a muchos influyentes en redes sociales, que en teoría, y sin negarles ninguna bondad -que los dioses nos liberen de cualquier tentación especialmente malévola- son los que más pueden vender. De eso se trata. Según dicen, el escritor sedentario empieza a ser ya un cliché desgastado. Posiblemente ese cliché sea aún el reducto de la buena literatura. Así lo creo, sin generalizar, por supuesto, que el talento no está asociado necesariamente al sedentarismo.

Posiblemente lo dicho sea la causa de la conducción a nuevos géneros, a no pocas tendencias a la carta. Si en buena medida siempre ha sido difícil la clasificación de géneros, con momentos de límites imprecisos cuando no conviviendo en la misma obra, ahora se han multiplicado los géneros, o subgéneros, parece que por razones comerciales. Naturalmente, y naturalmente en inglés. No otra cosa parece ser Gastrothriller, que suele fusionar los asesinatos en serie con la alta gastronomía. El morbo de la sangre. O el perturbador True Crime, o esa novela negra que parece amparar un «crimen acogedor» en el Cozy Crime. Por no hablar del Dark Trhriller, lleno de historias oscuras y de misterio. En el Storyteller se amplía el objetivo para dar cabida a un juego de acertijos que permite crear historias de amor, intriga, crímenes, monstruos, traiciones… La lista, que se haría interminable, podría seguir con New Adult, Rom-Com, Romantasy, Women’s Fiction, Sport Romance, Summer Read… Mucho trabajo, como se ve, para la traducción y el ajuste conceptual.

Esto es lo que hay. O lo que uno cree que hay y que marca derroteros imprevistos, a menos que se enfríe la moda. Y por qué no, se enfríen también las modas de las permanentes referencias en inglés, que, además, en casos como los referidos, pretenden marcar tendencia sin más consideraciones, tan necesarias en el mundo de la literatura, no de la industria. Eso sí, como siempre, los lectores tienen la última palabra al transitar tantos caminos sembrados de etiquetas.

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