Diario de León

Al día. Fermín Bocos

Francia, compás de espera

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Los resultados de la primera vuelta en Francia: triunfo de Agrupación Nacional, partido de extrema derecha que quedó por delante del Frente Popular de extrema izquierda y la caída del centro del presidente Macron, dan pie a una serie conclusiones, algunas inquietantes, por ser Francia la primera potencia militar en el seno de la UE y siendo conocida la posición ambigua del partido ganador en relación con la Rusia de Putin.

Hasta el domingo, cuando conoceremos los resultados de la segunda vuelta, lo ocurrido hace una semana no pasará de ser una victoria provisional pero no por ello deja de ser significativa, porque señala que la razón del éxito de la extrema derecha no tiene tanto que ver con la situación económica —Francia no va mal en los grandes números, tiene menos paro y menos inflación que España– como con el hecho de que una parte del electorado percibe que la globalización y la política de las elites no les representa. Los obreros votan al partido de la señora Le Pen. Y hay otra clave social: la percepción de inseguridad ( que este partido asocia con la emigración ilegal ) y que en el caso de las grandes ciudades va unido al fracaso de las políticas de integración de los ciudadanos nacidos en el seno de familias de emigrantes.

Pese a la generosidad del sistema social francés, hay pobreza, desempleo, discriminación y fracaso escolar. Y presión del islamismo en las escuelas. Jóvenes nacidos en Francia, hijos de familias de una segunda generación, que no se sienten franceses y con nulas expectativas de salir de los guetos de los barrios marginales circunstancia que les empuja hacia la marginación y la delincuencia. Frente al París deslumbrante que se blinda y se prepara para ser la capital del mundo para celebrar los Juegos Olímpicos, en otras ciudades del país: Marsella, Lyon, etc. la inseguridad en los barrios obreros es portada de los periódicos.

El candidato «lepenista» Jordan Bardella, ha centrado sus discursos en el problema de la seguridad conectando así con una parte del electorado que sufre la inseguridad en su barrio como una amenaza real. No es descartable que el cruce de alianzas propio de la segunda vuelta deje a la extrema derecha sin opción de llegar a Matignon, pero no es seguro y lo que ahora parece más viable es un escenario de cohabitación —presidente Macron, primer ministro Bardella— que convertiría el escenario político en un mar de conflictos y en un compás de tiempo a la espera de las próximas elecciones presidenciales.

Hay otra clave social: la percepción de inseguridad que en las grandes ciudades va unido al fracaso de la integración
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