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EL RINCÓN.   JUAN FRANCISCO FERRÉ

Un gobierno de humo

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Nos toman por tontos y tienen razón. Avanza el caos, sí, y avanzan al mismo tiempo la corrupción y el descaro. Avanza el cáncer sanchista y la metástasis corroe ya instituciones antaño prestigiosas como el tribunal de Condemor, perdón, el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido, el servidor más fiel de Sánchez junto al Fiscal General y a Tezanos. En Andalucía, ya se sabe, en tiempos de Chaves y Griñán avanzar se avanzó mucho, en tren de alta velocidad, sobre todo si tenías el carné del partido en la boca o el bolsillo.

La malversación es buena y el porno malo. Esta es la lección moral, de una inteligencia inapelable, que el gobierno nos dio la semana pasada, con la condescendencia típica de quien desea infantilizar al votante, pero no es la única distinción valiosa en las prédicas periódicas del sanchismo. La amnistía es interés general y el tráfico de influencias, un derecho fundamental, se llama ahora Transformación Social Competitiva. La demagogia de Milei, Trump y Le Pen es porno duro mientras el populismo de Mélenchon, Maduro o Petro es guay como una peli de Pixar. Irán y Hamás son amigos de la paz e Israel un Estado genocida. La prostitución es mala, por lo visto, hasta que implica a ministros o diputados del partido. Y así con todo. En el caso de la malversación y el porno se entiende la lógica de la operación. Los cuerpos desnudos que participan en la orgía genital frente a las cámaras interactúan en nombre del vicio capitalista, pecado mortal, para corromper a la juventud. El fraude de los ERE, por el contrario, es un acto de filantropía al servicio de causas nobles como la compra de votos o la perpetuación en el poder. No es vicio sino justicia social. En la trama de los ERE, además, sus artífices se las han arreglado para combinar con éxito el sainete de los hermanos Álvarez Quintero, el esperpento de Valle-Inclán y la comedia negra de Azcona con un chiste final digno de Chiquito de la Calzada en el tribunal de Condemor. Olé mis fallos constitucionales.

El poder maquiavélico corrompe ideales, sin duda. La regeneración democrática del gobierno es una estrategia retórica para proteger a los enemigos de la democracia mediante el control de los medios críticos y la amnistía política a los corruptos. En la neolengua del sanchismo esto significa «calidad democrática» y es un facha, peyorativo de moda, quien se oponga a sus oscuros designios. No hay cortina de humo, aquí se equivoca Feijóo. No hay cortina, solo humo ideológico. Un gobierno de humo. Puro humo.