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El Rincón.  Fermín Bocos

Los otros Lamine Yamal

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Hay un montón de chicos como Lamine Yamal en España haciendo, como él, cosas prodigiosas. Nuestro héroe de 16 años no es un «mena», pues tuvo la inmensa fortuna de que su padre marroquí y su madre de Guinea Ecuatorial le tutelaran con su amor mientras crecía en un país cuyos naturales tienen la piel ligeramente más clara, pero sí es un «ilegal», y también sus padres. Él, porque sobre el césped hace, como dice Rio Ferdinand, la leyenda del Manchester United, «cosas ilegales», cosas de magia que trascienden las normas anquilosadas del fútbol. Y sus padres, porque lo fueron literalmente al llegar a nuestro país «sin papeles».

Esos muchachos, esos «menas» que Vox expulsaría de España, como si a un niño se le pudiera devolver al mar, o, lo que es peor, al hambre, a la guerra o a la explotación, podrán hacer, si los dineros que hoy reclaman los gobiernos regionales que han de acogerles se emplean adecuadamente en su educación y en su formación, cosas prodigiosas como Lamine Yamal, y, como él, sin esperar a ser mayores. Es más; ya han hecho una: sobrevivir solos al mar encrespado, al sol abrasador y a la hipotermia en su travesía a bordo de una goma, una patera o de un cayuco, o a la asfixia en los bajos de un camión. Son pequeños héroes como Lamine Yamal o como Nico Williams, y nos robarían el corazón como ellos nos lo han robado si reparáramos en las cosas de magia que, en beneficio de todos, pueden hacer.

Los «menas» no existen, salvo en el corazón necrosado de quienes les devolverían al infierno, y sí los niños y adolescentes dejados de la mano de algún dios. Tampoco existen seres humanos «ilegales». Hay un montón de críos como Lamine Yamal en España capaces, como él, de hacer, en el taller, en el laboratorio, en el campo, en la Universidad o en algún cuerpo de bomberos, cosas prodigiosas.