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Al trasluz. Eduardo Aguirre

Buenismo del bueno

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A García- Gallardo no le gusta el buenismo, actitud que considera catastrófica. Supongo que será porque etimológicamente el término viene de bueno. Sí, esa es su raíz. Días atrás, el líder de VOX en Castilla y León, hasta ahora vicepresidente del gobierno autonómico, declaraba: «Quienes siguen con los ojos vendados por el buenismo pronto tendrán que afrontar consecuencias inevitables de la inmigración masiva e ilegal». Nadie sabe cómo resolver la tragedia de los migrantes, pero la gestión política ha de ser el arte de hallar soluciones, y estas no pasan por electrificar nuestras costas o por ponerle alambradas al oleaje. La solidaridad es una las riquezas de nuestra cultura. A Guzmán lo apodaron el bueno, porque en una hambruna compartió su panera con los pobres. A Alonso Quijano también lo llamaban así en su aldea. ¿Cabe mayor honor para un país que ser conocido por su buen corazón colectivo? El político ultraderechista lo considera una debilidad demagógica. Nadie se puede considerar sorprendido por tales convicciones, pues son las de su partido; y no cabe llamarlo conservadoras o liberales, mucho menos católicas. Pero ayudar al necesitado nos dignifica y mejora como sociedad, nos construye. Conlleva riegos, pero no hay gran logro sin ellos. Y sí, no es ni será fácil. Derrotismo viene de derrota, ¿por qué autoderrotarse? Para Abascal aceptar 347 menores migrantes en la península es una traición del PP, entregado al Gobierno. Todo lo contrario: una gran ocasión para el bien, para una democracia viva y de la fraternidad. Dicho esto, de nada valdrán las mejores intenciones si no van respaldadas por políticas eficaces, y ello exige personas y medios. Y buenismo del bueno. O sea, del sabio, eficaz y prudente.

Según García- Gallardo su partido prefiere «honor que barcos». Parafraseaba con ello una frase del almirante Méndez Núñez, en el siglo XIX y en el contexto de la guerra hispano-americana. Pero nada hay honorable en un naufragio moral.

En cambio, el término malismo no viene en el diccionario de la RAE, aunque sería ingenuo pensar que está en desuso. Estos tiempos son de vacas gordas para los malos. Aun así, mejor pecar de buenismo, pero del bueno, del que viene de bondad.