Para ser de primera
Tenía razón mi madre. Insistía hasta aburrir con el latiguillo que viene a explicar no poco de lo que hoy desconsuela: «Este mal que no mejora... no es de ahora». Por eso conviene volver atrás algún rato perdido a buscar. O a leer o releer a Hannah Arendt, Simone Weill (y su hospitalario Gustave Thibon, católico que apostató del patriotismo y la democracia), Bertrand Russell, Marcuse, Sartre, Ortega y Gasset, Nietzsche, Chomsky, Rousseau... incluso Marx o Freud, tan orilladitos. Tampoco sobra el lejano pensamiento de Platón, Confucio, Aristóteles, Agustín de Hipona, Averroes... En todos ellos cabe alguna clave que ayuda a entender o explicar este hoy de bronca y polarización. Es decir, se aconseja hablar menos y leer más, ya que lo de escuchar parace descartado teniendo todo el mundo por única necesidad soltar su chapa a toda costa. Leer. Al menos se reduciría el ruido que atora la oreja y embota las entendederas. Serenidad, por favor. Y «en tiempos de tribulación no hacer mudanza», dicho que atribuyen mal al de Loyola.
Pero veníamos hoy aquí con otro mal que no mejora: la trágica factura que sigue cobrando la carretera con mortalidad bruta y miles de tullidos a causa del tráfico y esa prisa enfermiza por llegar pronto a la morgue. Alcohol y drogas son en no pocos casos las alas para estos vuelos. El director general de Tráfico insiste en ello cada verano con rutinarias campañas tremebundas que ya nos suenan a campana de lana. Y la cosa no mejora. Es que hoy los jóvenes van borrachos, suele decirse, y las cilindradas invitan al vértigo veloz y al hostión que convierte al coche en un ovillo de chatarra. Pero esos jóvenes son hijos o nietos de quienes cantábamos despepitadamente en las excursiones escolares una consigna de orgullo y de estímulo: «Para ser conductor de primera, de primera, de primera, hace falta ser buen bebedor. Con el vino se engrasan las ruedas, ay las ruedas, ay las ruedas, y se toman las curvas mejor. El señor conductor no acelera, no acelera, no acelera... acelere señor conductor». Queda claro, no es de ahora.