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El pasado 26 de junio el Pleno de la Diputación respaldó la Autonomía Leonesa. Esa era la noticia, al margen de movimientos pendulares, sometimientos y contradicciones generales a lo largo del tiempo sobre el asunto. Esa es otra historia, siempre en clave de las dependencias y mandatos del partido y las múltiples obediencias ciegas para llegar a la jubilación dentro del sistema, actitud que genera tantísimos problemas en el desarrollo de la normalización democrática. Se advierten, de fondo, intereses personales y partidistas. Quiste grave.

Y llegó el día después. Los equilibristas del alambre se enzarzaron en la gresca, en la bronca eterna y estéril, que si tú, que si yo, que si nosotros, que si vosotros… Bagatelas, ofensa a la razón. Asuman de una vez, unos y otros, la parte alícuota de las responsabilidades para reconocer el fracaso al que están llevando a esta provincia, cada vez con menos futuro, que acabará siendo, desgraciadamente, una reserva sin voces entonces para la reivindicación de nada. A los hechos. Lean los índices y sus previsiones y déjense de discursos trasnochados y apocalípticos. El pesimismo no es contrario a la razón, solo a los datos. El único que no tiene la palabra es el pueblo, que, llegadas las elecciones, desconoce los vaivenes cambiantes de los asuntos votados, por esa misteriosa razón que el pueblo, pobrecito, no conoce. ¿Por tan poco nos tienen, incluso los que son incapaces de enhebrar una sola idea si no es al dictado? La pretendida superioridad moral, siempre ofensiva, tiene poco alcance. El silencio, a veces, es un don.

Así que al día siguiente, y al otro…, y a saber hasta cuándo, en esta beligerancia destructora que no cesa, surgen las largas listas de opiniones, contradicciones, extravagancias, eufemismos, propuestas estrafalarias y disparatadas, desautorizaciones, distintos discursos de la misma raíz ideológica en según qué foros…Y qué curioso, todos dicen hablar en nombre del pueblo. ¿De qué pueblo? Porque hasta alguien se llenó la boca hablando de localismos, independentistas, indignos…, con una carencia de respeto que asusta. Frente a los indocumentados, hay abundantes nombres que pueden hablar con raciocinio y sabiduría. Es importante la labor pedagógica de unos y otros, sin voces, empujones y menosprecios. Escúchenlos, escúchense. Hablen, sin etiquetas ni rencores. No estar conmigo no es estar contra mí. Para que los nuestros no solo utilicen el camino de las estaciones de Renfe y de autobuses.

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