Diario de León

León en verso
Luis Urdiales

León, en la España que conviene

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P or si había dudas, se aclara quiénes aguantaron carros y carretas con esa estrofa de sutileza del paso ríos, paso puentes, siempre te veo lavando, la hermosura de tu cara, el agua la va llevando, que ahora no soportaría un estornudo en el revisionismo de Netflix; y, sin embargo, la canción culmina casi todas las cenas de la mitad de la chavalería leonesa de ida y vuelta, en un homenaje a las últimas abuelas que acunaron su niñez con las manos arrugadas y los dedos retorcidos como vilortas entre la enredadera de la artrosis. El sentimiento de pertenencia sale a flote con las canciones. Vete a saber qué entonaría, si uno de los que devolvió el domingo a España al país de las emociones compartidas con motivo de la gesta del fútbol, fuera vástago de alguien que tuvo que colar el Cea, que no deja de ser otra travesía del desierto interior. A ver qué lance le dedicaban en la tele para aproximar el ascua a la sardina de la doctrina, del país de todos, pero interpretado como diga el poder. Rodri mismo, que se subió al cajón del mejor jugador del torneo, merecía un par de rimas sobre el poso, la ascendencia y el respeto que sembró su familia en la comarca leonesa del Páramo, que tampoco deja de ser un Sinaí que trata de huir del Gobi, del Kalahari, del Patagónico, a veces. Ya hemos vuelto a comprobar cuánta razón tenía Cruyff al catalogar el fútbol como la cosa más importante entre todas las cosas que importan una mierda. Es posible, que la próxima vez que se vea en León tanta sangre joven junta en la calle no sea por el Mundial de 2026; andamos más cerca de lo que creemos de salir con dirección a las urnas y acabar en la caja de reclutas, con esta Unión Europea desatada y maniatada por el globalismo que empuja todo al precipicio. Se quedó la noche del lunes para que Nacho Cano subiera al escenario a interpretar en Cibeles la de la Puerta del Sol. A esa canción de tu vida que sacó Morata a cada compañero en los fastos por la hazaña de Berlín se sumó la última hornada de leoneses que creían que lo de hace una década había sido un espejismo. Queda la resaca de la música que moldea los tiempos; faltó que Luis de la Fuente se arrancara con Bamboleo, de Julio Iglesias, para compensar la urgencia del trote de la potra, que atruena en cada verbena de este verano.

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