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PANORAMA Antonio Casado

Regeneración, según Sánchez

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Generalidades, declamaciones y frases enlatadas. En eso se quedó el plan de «regeneración democrática» presentado este miércoles en el Congreso. Con el pretexto de «vacunar la democracia», es así como espera Pedro Sánchez desquitarse de los disgustos que le causa la figura del «mensajero» en un régimen de opinión pública.

Ahí le duele. Me refiero a la dificultad que tiene, como macho alfa de la política nacional, para afrontar el hecho de que la Judicatura, que es un poder del Estado, y la Prensa, que es un poder de la sociedad, cometan la osadía de cuestionar ciertas prácticas de la esposa del presidente del Gobierno. Hasta ahí podíamos llegar.

Sostuvo el presidente del Gobierno, en una bronca sesión parlamentaria (una más) que vivimos expuestos a una conjura de las derechas expertas en fabricación de bulos, que pasa por la compra de líneas editoriales, entre otras cosas. Y de ahí la necesidad de llevar a cabo un Plan de Acción por la Democracia inspirado en principios de transparencia de los medios informativos (financiación, audiencias, accionariado).

No es un texto articulado sino una declaración de intenciones respecto a eventuales reformas legales que encajen en la letra y el espíritu de la normativa de la UE contenida en la Ley de Libertad de Medios de Comunicación, aprobada en marzo por el Parlamento Europeo. Pero esa ley, pendiente de trasposición a nuestro ordenamiento, protege la libertad de periodistas y medios. Así que no da para aplacar la cólera del presidente del Gobierno contra los «fabricantes de fango».

El programa de reformas legales afectaría a normas tan distintas como la Ley Electoral o el Reglamento de las Cortes, sin olvidar la Ley de Seguridad Ciudadana, la de Publicidad Institucional o la del derecho al honor. Todo será poco contra la «bulosfera» (Sánchez dixit) en nombre de la «regeneración democrática». La de otros, por supuesto, que están podridos de «veneno» y «odio», según dijo en referencia a las formaciones situadas a su derecha.

Ni de lejos se vislumbra una intención regeneradora de los pecados de lesa democracia que el Gobierno comete. Desde la confiscación de instituciones teóricamente independientes hasta la patológica utilización de las ruedas de prensa de los consejos de ministros como herramienta de partido.

Lo peor es el contexto, pues el debate se produce en medio de un alarmante proceso de trivialización institucional, que no va a revertir si la gente percibe que, como resultado de la aplicación práctica del plan regenerador va a acabar siendo más grave cuestionar las actividades profesionales de Begoña Gómez que injuriar al Rey. Si es que lo sugerido por el presidente llega al BOE con los apoyos suficientes, habida cuenta de que el sindicato de costaleros de Sánchez está roto hoy por hoy.