Con vinagre
Que la lejía es el desinfectante más eficaz, que el bicarbonato es el mejor pacificador de andorgas atribuladas y que la aspirina calma toda guerra menor eran ley desde que tengo memoria. ¿Su problema?, ser cosa barata y así han ido perdiendo popularidad. Pero siguen imbatibles en quien les tenga su fe. Ahí me veo. Y añádase a esta terna el vinagre, comodín alimentario desde la ensalada o el escabeche a las legumbres, desde el matahongos al limpiador de carrocerías, como lo fue siempre para abrillantar la chapa de la cocina de carbón que se refregaba con arena y estropajo. El vinagre o, en popular, la vinagre, aliviaba incluso los tormentos del crucificado. Es panacea. Si además Alcaraz asegura que el vinagre está detrás de sus raquetazos demoledores, santo remedio; al tenista le chifla beberse el agua avinagrada de los pepinillos encurtidos, vinagre que tiene, como es sabido, efectos antioxidantes, saciantes y refrescantes (¡marchando un gintonic con vinagre y pepino!). Recuerdo que de niño las fresas se preparaban en casa con somera nevadita de azúcar y un prudente asperges de vinagre, algo que ahora descubre el listín de la cocina de autor (quizá algún día descubra también por qué mi padre echaba un vasito de leche a sus sopas de ajo, siempre las comió así y por algo sería, como lo deja claro la idea de pastores de enriquecer sus humildes migas con jarrillo de leche inventando las famosas «migas canas»). ¡¿Vinagre a las fresas?!, me dicen con repugnancia siempre que comento este atajo. Nata, naranja o licor lo ven más propio, hasta que prueban y descubren que el fresón tan insípido por norma transgénica carece de azúcares y ácidos que de esta forma se le propinan haciendo parecer que saben. Y no habrá mejor colofón a esta columna en vinagreta si el lector, mejor lectora, no se pone a cantar ahora mismo el «Ya se murió el burro de la tía Vinagre, ya lo llevó Dios de esta vida miserable, que el turururú, que la culpa la tienes tú»... aquel burro valiente y mohíno, orgullo de todo Villariño, que estiró la pata y arrugó el hocico... ¿recuerdas toda su letra?...