Antiguo desde joven
Carece de importancia no recordar a veces dónde has dejado las llaves de la Casablanca, pues hay conserje, sí la tiene no poder dar ya lo mejor de ti en tareas de responsabilidad encomendadas. En fin, a Biden le ha llegado la vejez, no hay nada indecoroso en ello. A unos les llega antes, a otras más tarde. Si vives para contarlo, inevitablemente la vida te sustituirá por la versión reducida de ti mismo. Eras marca original y pasas a ser copia de mercadillo. También hay belleza en el ocaso, si tienes quien te ame. Benedicto XVI declinó seguir siendo papa, cuando percibió que carecía de las fuerzas físicas para lo que su pontificado necesitaba, y hoy sabemos que hizo lo correcto. Biden ha renunciado a presentarse a las elecciones, ante un cúmulo de gazapos verbales preocupantes. Seguirá siendo útil, de otra manera. En cambio, Trump, con 78 años, tiene la siniestra vitalidad del egomaniaco; pese a ella, el suyo es un modelo antiguo ya desde que era joven; su arquetipo de liderazgo lo encuentras en las páginas más tristes de la Historia, con distintos nombres y en diferentes tiempos: de la estirpe de los carismas nefastos. Resulta muy revelador que tras el atentado no gritase » paz» o «democracia», sino «luchad». Trump no irá a mejor con los años, pues es de los que desciende incluso cuando sube.
Ah, los despistes achacables a la edad, más los de cosecha propia. Mientras escribía esta columna recibí una llamada de mi dentista, pues no había acudido a mi cita. Salí escopetado. «A mí antes esto no me pasaba», le dije a mi mujer. «¿Antes de qué siglo?», ironizó. Peor fue lo de Julio Iglesias, él se olvidó de vivir.
La edad es un mal sueño , ha titulado Julio Llamazares un artículo en El País, dedicado a Luis Mateo Diez y al amor al cine que hermanó a tantas generaciones, en la que incluyo a la mía. Conocí a Marta conversando sobre Las amistades peligrosas, en un pub llamado Plató. Hace años que el local cerró, pero ¿cómo olvidarlo? Tu memoria puede a veces despistarse, el corazón no debe hacerlo jamás. Por cierto, Trump llamó «actriz sobrevalorada» a Meryl Streep. En efecto, era antiguo ya desde muy joven. Mucho mejor el noble declinar de las fuerzas, que esa energía del odio incesante.