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El gobierno que lidera Alfonso Fernández Mañueco se afana en marcar distancias con respecto a sus antiguos socios de Vox. La salida del partido de Abascal de todos los ejecutivos autonómicos abre un nuevo espacio en el que el PP se ha quitado de encima un socio bastante incómodo, que tuvo que asumir por el resultado de las últimas elecciones autonómicas. Aquella convocatoria fue precipitada por la ruptura del anterior gobierno de coalición, en ese caso con Ciudadanos, con el que tampoco acabaron las cosas bien, especialmente por el siempre polémico exvicepresidente Francisco Igea. Ahora, el PP recompone filas pero no olvida el doble pasado que ha sufrido. Quizá por ello se entiende que ayer la consejera de Industria, Comercio y Empleo, Leticia García, destacó que es «fundamental y básica» la «reconstrucción» del Diálogo Social tal y como estaba antes de la llegada de Ciudadanos al gobierno de la Junta», a la vez que insistió en la necesidad de solucionar la situación del Serla de forma inmediata para que Castilla y León deje dar «esta imagen tan maquiavélica».