De valientes
Les adelanté que iba a ir contando aquí mis lecturas veraniegas; hoy voy a escribir sobre una de ellas, el último libro de Adrián J. Sáez: Las letras de las armas. Cervantes y las vidas soldadescas (Etiópicas). Por partes. El año que viene, cuando Amenábar estrené su película sobre el cautiverio argelino del futuro escritor, sin duda, para muchos espectadores este hecho biográfico será un descubrimiento. Cómo no entenderlo, si el gran Chesterton afirmó que «periodismo es informar que Lord Jones ha muerto a gentes que nunca han sabido que estuviese vivo». La película despertará el deseo de saber más, y una de las fuentes para hacerlo es Información de Argel (Cátedra), en la edición de Sáez. Ningún documento es veraz solo por estar en un cartapacio, pero por algún lugar ha de empezarse. Y ahora, este joven cervantista (San Sebastián, 1988) nos ofrece otro excelente estudio —hermanado con aquel—, en el que contextualiza lo soldadesco en Cervantes, tanto lo curricular como lo literaturizado, biográfico no. ¿Es siempre la primera persona un yo real? ¿Los méritos curriculares son la verdad y nada más que la verdad? Sáez boga por un prudente «ni tanto ni tan calvo». Imparte docencia en Venecia, en la Universidad Ca’ Foscari. Ya ha publicado ediciones críticas de la poesía cervantina, de sus entremeses y hasta del enigma La tía fingida. Ahora, propongo, nos debe un Quijote .
Curiosamente, siendo un libro muy personal, el autor no ha incluido una de sus señas de identidad, a mayores del saber académico: una lista de agradecimientos razonados, que ha convertido en un género en sí mismo. en hermosa admisión de deudas académicas y vitales. En destello de voz propia y de alegría.
Las letras de las armas está dedicado a Gómez Canseco, quien tiene capas de omañés. Personalmente, creo que Cervantes fue soldado valiente, en Lepanto y en Argel, compatible esto tanto con el orgullo de serlo como con las debilidades humanas, aunque no con todas. Asimismo, intuyo que Adrián J. Sáez tiene mucha valentía. Por ello, me interesa lo que sabe, pero también lo que piensa y siente. En el próximo libro, debe recuperar la lista de felices agradecimientos. De momento, uno desde aquí le agradece el nuevo ensayo.